El fuego de la ira

Lamentable noticia la del incendio de la sede municipal de Ordoño II. Triste espectáculo el de las llamas y el fuego, el del miedo de los vecinos próximos, las carreras de unos y otros, la cara desencajada del alcalde, de aquí para allá. Frente a la angustia del político, la eficaz actuación de los bomberos de la capital, tan presionados, maltratados y ninguneados por el mismo poder que ahora ardía ante sus ojos, que apagaban con sus manos. Junto a ellos, los efectivos de la UME, unidad del ejército creada por Zapatero, criticada por algunos «ad nauseam», cuya capacidad de actuación quedó más que manifiesta en la ciudad ante aquellos mismos que, sonrisita de medio lado antes, no dudaban en despotricar hasta de su misma existencia porque, según ellos, en un país civilizado no debería existir ejército. Hace falta ser mamerro.

Codo con codo, los de Pucela, enviados por León de la Riva, sin duda el mejor alcalde que ha tenido Valladolid y el que más ha luchado por su urbe aunque le pierda la boca. Así está su ciudad… así nosotros.

Por el camino queda un edificio mal resuelto desde la perspectiva de Vulcano, unas bocas de riego tapadas y más de un año de advertencias. Los bomberos de León, a fuer de buenos ciudadanos, seguro que se guardaron en la cartera el «te lo advertimos que podía pasar» que, sin duda, cruzó por sus cabezas.

Ahora que se les ha quemado el chiringuito, tal vez sufran en carne de despacho propia que las demandas de los mismos que extinguieron las llamas, profesionales de ello, han de ser atendidas, no ninguneadas. Todavía esperan los opositores a bomberos que se resuelva su caso mientras denunciaban, escasos días atrás, que León estaba en situación de riesgo, con apenas 70 efectivos para 360.000 habitantes asignados.

Si comparamos con otras ciudades de la autonomía, salimos mal parados una vez más: Valladolid 170 bomberos para 400.000 habitantes en toda su zona de influencia, Burgos 108 para 200.000. Aquí, entretanto, el concejal del ramo mostraba su convicción de que no era necesario aumentar la dotación unas jornadas antes del incendio. Impuestos de primera y atención de regional, como resumen los opositores, que aseguraban, hace dos semanas sólo, que tal vez llegara el día en que una desgracia pudiera desnudar la triste realidad.

Sus peticiones siguen en el aire. Sus datos, capaces de poner colorado a cualquiera, incontestables. El problema que denuncian todavía vivito y coleando. Por el camino, en medio de un agosto plagado de incendios, León ha tenido el desafortunado privilegio de protagonizar los telediarios nacionales con las llamas de nuestro Windsor particular, entre comentarios de falta de medios que deberían sonrojar al poder, salvo que se esconda detrás de la misma maceta que ocultaba la boca de riego. Eso sí: monísima.