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Publicado por
Francisco J. López Rodríguez. Profesor
León

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La reina-regente gobernadora, María Cristina, madre de la Reina Isabel II, para solucionar el caótico estado de la economía del Reino, llamó a Mendizábal, un español en el exilio por ser libertario e ir en contra del absolutismo de Fernando VII, para ocupar la cartera de Hacienda, ya que, parece ser, era un mago de las finanzas. No tuvo idea más peregrina que para resolver la situación económica se le ocurrió apoderarse de todos los bienes de la Iglesia. Este despojo se llamó: desamortización, término que consideraba que las propiedades en manos de estamentos privilegiados (nobleza, Iglesia, municipios), estaba en manos muertas, es decir, amortizadas.

Los bienes fueron declarados propiedad nacional y presentados a subasta. Se pensaba que las extensas tierras iban a ser adquiridas por los campesinos que las cultivaban. Así todos los colegios, monasterios, conventos de religiosos y religiosas se confiscaron. Resultado, se malvendieron. Los campesinos no tenían dinero y cayeron en manos de la burguesía desaprensiva y adinerada. Desalojaron a los campesinos de las tierras. Y a los religiosos de los colegios, conventos y a los monjes de los monasterios. No se consiguió solucionar el problema financiero del Estado y los campesinos, cada vez más pobres, fueron condenados a la miseria paupérrima, a deambular por los pueblos, a contraer enfermedades. Ya no podían disfrutar del usufructo de la tierra que el clero les daba a cambio por su cultivo. Ya no se podían refugiarse en los monasterios, ni en los conventos. Eran propiedades de la burguesía con añoranzas feudales.

Ahora se nos ocurre otra idea, vamos a resucitar a Mendizábal, porque parece que la Iglesia recuperó su patrimonio —una parte importante no se devolvió— y de nuevo tenemos una Iglesia rica, próspera y burguesa. Me viene a colación a un gran empresario. Cuando se encontraba sentado en el lugar más intimo de la casa, al salir decía: «he parido una idea, vamos a ponerla en marcha». Les puedo decir que aquellas ideas engrandecieron su empresa y es un referente empresarial. No sé si ciertos políticos sueñan de día y la duermen por la noche o divagan o reaccionan fruto de esquizofrenias o estertores postraumáticos etílicos o se sientan en ese púlpito para descargar la diarrea mental.

Propuesta económica: cobremos el IBI a la Iglesia y las finanzas de los ayuntamientos, del Estado, como por arte de magia milagrosa se van a solucionar y así tapamos los desmanes, los despilfarros y las golferías de muchos otros. etc.

¿Cuál es la realidad actual? Una familia española de cada cuatro necesita ayuda económica y alimenticia. Un niño de cada cinco no puede llevar nada al colegio para comer. El frigorífico está vacío y los bolsos están raídos. En un millón de hogares no hay ningún miembro trabajando. España es pobre, no tiene para alimentar a sus hijos. El Estado no puede porque ha despilfarrado sus ahorros y patrimonio. Las empresas, desaparecen. Las organizaciones sindicales y empresariales parece ser que ya no les llegan las cuantiosas subvenciones y prebendas y no tienen como fin hacer obras de caridad. Luego, ¿a dónde acude el desvalido, el hambriento, el pobre miserable, el que no tiene que llevar nada a su boca, el que no tiene un jergón donde echar su maltrecho cuerpo, el que no tiene un grifo para lavar el oxidado sudor, el que en las noches del frío invierno, no tiene donde cobijarse, o el que en el tórrido verano no encuentra la sombra donde recostar su cuerpo cansado de recorrer los polvorientos caminos?

Sí sabe el desvalido, el necesitado a dónde acudir: a las instituciones, a las ONGs, a Cruz Roja. No quiero quitar el mérito a éstas. Hoy nos toca hablar de la Iglesia y de las instituciones religiosas.

El desvalido acude a Cáritas Diocesana, a la Asociación Leonesa de Caridad, Hogar del Transeúnte, a Calor y Café, a las puertas de las iglesias, de las catedrales. No acuden a aquellas organizaciones que dicen ser los defensores del oprimido, del trabajador. No, ellas dicen que están para defender al trabajador y así, tendrá trabajo y pan. ¡Cinismo puro y duro! Hay que reconocer que muchas empresas en León y en España donan muchos alimentos a las instituciones para alimentar a los hambrientos así como donaciones personales dignas de la mayor solidaridad. Luego, si no existieran la Iglesia, las instituciones religiosas, las donaciones de muchos cristianos, católicos y hombre y mujeres de bien, calmar la sed, el hambre no sería posible.

Ahora, para solucionar los problemas queremos cobrar el IBI a la Iglesia. Si una institución es lucrativa, genera beneficios, que le cobre el IBI, el IVA, el impuesto de los vehículos, que se aplique el Impuesto de Sociedades y que paguen religiosamente, nunca mejor dicho, lo que les corresponde. Pero no es así. Si no existieran, los pobres cada vez serían más pobres.

No podemos por menos poner encima de esta realidad, la hipocresía del mundo político y el despilfarro económico. Tenemos 18 defensores del pueblo. Hay 420.220 políticos, 300.000 más que en Alemania. Tenemos no sé cuantos órganos consultivos. Tenemos no sé cuantos consejos económicos y sociales.

Y después de todo esto, se les ocurre a los padres de la patria: ¡Hay que cobrar el IBI a la Iglesia! Parece ser que es la excusa de todos los males. Todavía estamos sacando de la vieja guardia aquello de que ¡la religión es el opio del pueblo! Como Mendizábal, vamos a solucionar la Hacienda, las finanzas públicas y la economía del país. Parece que esta propuesta a algunos partidos políticos y sindicatos les va a ser rentable. Van a conseguir más votos. Al fin es de lo que se trata.

Decía Heráclito, aquel filósofo griego: «una persona no puede bañarse en el mismo río dos veces porque el agua con que se baña la primera vez no será la misma cuando lo haga por segunda vez, ya que todo está en continuo movimiento y cambio, entonces cuando desciende al río por segunda vez ni yo ni el río somos los mismos». Añadía: «el mundo está caracterizado por constantes contradicciones, sino estuviéramos nunca enfermos, no entenderíamos lo que es estar sano: Si no tuviéramos nunca hambre no sabríamos apreciar estar saciados. Si no hubiera nunca guerra, no sabríamos valorar la paz y si no hubiera nunca invierno, no nos daríamos cuenta de la primavera». Y añadimos, como somos pobres, nos acordamos de que un día teníamos trabajo y dinero, y como estamos necesitados nos acordamos de que la Iglesia nos puede ayudar. Así todo ¡Seguiremos hablando de cobrar el IBI a la Iglesia! Por si fuera necesario, no olviden a Mendizábal y a Heráclito.

¡Basta de demagogia! ¡Basta de patrañas! ¡Basta ya de atacar a la Iglesia! ¿Qué mal nos está haciendo? Y emulando a Juan Ramón Jiménez. «los pájaros seguirán cantando».