Diario de León
León

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Aún no recuperados del susto del pasado fin de semana, abres ayer el periódico y te encuentras en primera este titular: «Catorce intoxicados en la prisión tras un incendio en una celda vis a vis». De primeras, te dices: «Cuánto ardor, no sabía que Julio Iglesias estuviese preso». Y no lo está, porque la llamarada no provenía de nuestro antaño atleta sexual más internacional. Más aún, en dicha celda no había —en teoría— nadie. Gran misterio. Hemos podido mandar a Marte una nave no tripulada, y que nos remite imágenes por el móvil, pero aquí los seres humanos seguimos dependiendo de que alguno de los cuatro elementos —tierra, aire, fuego y agua— no se levante con el pie izquierdo. Ese aquí, por cierto, no es igual en todas partes.

¿Cómo ha podido quemarse el Ayuntamiento de León? Uno desea que las desgracias no ocurran, y si han de ocurrir que sean consecuencia de la mala suerte, del error, pero no de la maldad. Pero en tiempos tan enrarecidos toda hipótesis debe ser investigada. Sea como sea, en ninguna agenda se pueden leer las previsiones de catástrofes, aunque el viernes no fue un día como tantos, ni en nuestra ciudad ni en ninguna otra de España. El peligro de incendio estaba anunciado con luces de neón, aunque nadie sabía, ni podía sospechar, dónde iba a tener lugar.

Pero un consistorio es mucho más que el edificio que lo alberga, de la misma manera que cada uno de nosotros es más que su DNI, por molesto que nos resulte perderlo. El funcionariado sabrá estar a la altura de tan difícil prueba. Y a los ciudadanos nos toca tener paciencia, pues el civismo consiste también en ser comprensivos con una situación excepcional, en no agravarla con nuestras legítimas urgencias. Por ejemplo, quizá hoy no sea el día más apropiado para interesarse por aquel documento que usted presentó hace tres años. Espere, si puede. Y como siempre, a los políticos les corresponde llevar la iniciativa en la ejemplaridad; al equipo de gobierno, pero también a la oposición.

Los reveses son oportunidades para reinventarse, pero a mejor. León ha de afrontar otra prueba más. Ay, Prometeo, Prometeo, con el fuego del Olimpo que nos entregaste debiste haber incluido un extintor de incendios. Y un camión con tilas.

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