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Publicado por
manuel alcántara
León

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A los políticos se les suele exigir que se adelanten a los acontecimientos, quizá para compensar su retraso mental, pero en todas las actividades humanas, salvo el atletismo, está mal visto azacanearse. La prisa se considera incompatible con la elegancia. Hubo incluso un extremo izquierda del Betis, de gran clase y exquisito toque de balón, al que le reprochó su entrenador que no corriese más que lo justo para no despeinarse en los partidos. Su memorable disculpa fue «yo no corro porque correr es de cobardes», pero ha sido plagiada por demasiada gente que tiene la obligación de apresurarse.

Europa, la señora Merkel y ese temible ente abstracto que llamamos los mercados nos están metiendo bulla. ¿A qué esperamos para pedir el inevitable rescate?, ¿a que sean peor sus consecuencias? La Banca lo espera con los brazos abiertos. Se le han quedado así de tanto abrazar a los morosos y su tasa bate todas las plusmarcas. Ronda el 10%, lo que supone una cifra equivalente a 164.360 millones de euros.

Para evitar que es se impacienten nuestros deudores han dividido en dos grupos a las personas que les deben dinero a los bancos: los préstamos de «difícil recuperación» y los de recuperación imposible.

A nadie le extrañaría que España fuera invadida por un ejército cuyo uniforme sea el mismo que el del hombre del frac. Bruselas es la que más le exige cambios a Rajoy, desde la edad de jubilación, hasta el fomento del empleo juvenil, pero el cambio más importante que debemos hacer es el cambio de mentalidad.

Han llegado las prisas. A septiembre le faltan diez días mal contados, pero en ese mes nos van a pedir cuentas. Cuando el sol se haga más piadoso y se vayan los bañistas a sus cuarteles de invierno. En septiembre el enfermo tiemble, dice nuestro terrible refranero.

Y la unión fiscal sin aparecer por la eurozona.