EL AULLIDO
Casa de Panero
La realidad no imita al arte sino que lo supera. De hecho si me dijeran que Leopoldo Mª, Michi y Juan Luis Panero habían escrito el guión del acto de inauguración de la casa paterna en Astorga casi creería lo que allí presencie esta semana, pero visto lo visto aún estoy flipando en colores.
El susodicho edificio, un templo lírico con historia y leyenda, ha sido recuperado para la ciudad y la cultura. ¡Un gran éxito de gestión del Ayuntamiento de Astorga! Y, como merece, se había preparado con mimo a tal efecto un acto hermoso al que asistimos con agradecimiento como peregrinos de la belleza en tiempos de escasez.
Pero el surrealismo para ciertas familias es lo normal, ya se sabe, y lo relacionado con los Panero no puede ser sino surrealista para dejarnos así una oracular acidez en el corazón… Les cuento: un nutrido grupo de invitados estábamos sentados esperando a que la alcaldesa, la política con más mérito que conozco, dijera unas palabras que abrieran el acto —una velada protagonizada por la impagable voz de María José Cordero— cuando, de pronto, uno de los asistentes se cayó fulminado por el rayo de un infarto.
Presencié la escena con la mirada amusgada, el alma desencajada y los ojos como conchas con perla: ¡si la poesía es increíble hay que ver la realidad! La alcaldesa, que a la postre también es médico, se encargó de avisar al personal sanitario y comenzar las tareas de reanimación con masaje cardiopulmonar allí, en la calzada, a la lúgubre puerta de la casa del poeta como si de una rompedora performance se tratara… Los presentes podríamos haber respondido con un aplauso, pero teníamos un nudo de corbata en el cuello porque sabíamos que no se trataba de un truco macabro sino que era todo verdad; triste verdad: ¡la realidad, que no imita al arte sino que lo supera, había venido a Astorga y a esa casa vestida con traje tétrico como para acrecentar la leyenda de malditismo del apellido Panero!
Oh, la impotencia de los sanitarios y la alcaldesa al tratar de revertir el sueño no elegido de aquel hombre sin conseguirlo allí, a la puerta de la casa y con el público sentado dentro, con la cantante en escena pero afónica por el estupor, conformaba algo así como una película de Berlanga en la que los actores lloran y al público se le salta la risa por lo alocado que es a veces el horror (ojalá lo que les cuento fuera un sueño de esos míos que a mi psicoanalista van a acabar haciéndose rico, pero no)...
Quiero mandar mis condolencias a la familia, que por cierto espero disculpe esta irreverente pluma mía que yo no me perdono. Y mi agradecimiento al Ayuntamiento. Y mi felicitación al guionista de la realidad, que supongo que es Dios, pues se trata de un genio del humor negro y la poesía… La inauguración se repite esta noche en el mismo lugar a las 9:30h. Yo no me la pierdo. ¡Eso puede ser la hostia!