Diario de León
León

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Vino Villarrubia a León con esa pinta de defensa central que no puede con ella y le dio por atusar a los caballos. Más prudente, y conocedor de cómo se las gasta con los forasteros un macho de hispano bretón, el secretario del PSOE provincial prefirió observar a su mando inmediato desde una posición más discreta.

La agenda del primero de los socialistas castellanoleoneses —a ver si aguanta con ese eslogan hasta las elecciones para que vea lo productivo que le va a resultar en las urnas— está centrada en darse a conocer al vulgo a base de hacer comentarios de texto y de la actualidad del lugar al que llega como un turista accidental. Un castellano de Palencia en ruta por León; en Babia, que Dios y la Junta protejan a la ganadería; en la Valduerna, que vaya malo el de medio ambiente, que hasta los pinos se le ponen negros; la semana anterior echó la disertación sobre del valor de las juntas vecinales leonesas, y su interés para sostener el territorio. En el cambio de tercio, fue a Segovia, tierra infinitamente más próspera que esta que pisamos, con una renta per cápita que hace dudar si el Acueducto está en Baviera o a trescientos kilómetros de aquí, y se dio un homenaje con judiones de La Granja.

La cosa no puede ir mejor para el nuevo líder de la alternativa al centro derecha al Gobierno de Valladolid en los últimos veintitantos años. Villarrubia ha entrado en el catálogo de imágenes que forman parte de la memoria informativa de cada verano con tal fuerza que, si el próximo agosto le da por ir al Sardinero (esa playa de cabecera de los castellanopalentinos y los castellanovallisoletanos) la sequía informativa mellará todo el agosto leonés. Villarrubia de viaje ya es estampa imprescindible para entender cualquier estío de nuestras vidas; como la consejera Clemente por la pasarela de la John Deere en tejanos de marca y blusas vaporosas; igual que el semblante del cazador entre rastrojos, apostado a lo pointer a la espera del vuelo de una codorniz despistada en la apertura de la media veda; como la Obregón que emergía de las playas de Ibiza, la carrera de burros por san Roque y el día del bollo preñao en Coyanza. Como el vacío que nos dejó Zapatero cuando el air force one dejó de aterrizar en el valle de la Tercia;

Anda la política por unos senderos que cualquier día ofrece contenidos a callejeros viajeros.

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