Diario de León
León

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A los meses no les echas, se van ellos solos. Este septiembre viene con la subida del IVA debajo del brazo, que es como traer referencias de haber trabajado con Capone. Sin embargo, esta no será una columna catastrofista, todo lo contrario. Estamos vivos, no es poco. Y mientras me duchaba, que es cuando pergeño la columna, me dije: «¿Y si de repente amaneciéramos y no hubiese crisis, ni recortes en la minería, ni montes devastados por las llamas, ni…? ¿Nos reuniríamos felices en concejo para comprometernos a no cometer nunca más los errores del pasado, o correríamos a seguir viviendo de espejismos, al grito de viva el desierto? Nunca he creído que la Historia se repita. En cambio, la condición humana es una eterna sesión continúa, basta una generación o dos para olvidar las lecciones impartidas, incluidas las más dolorosas. La Primera Guerra Mundial fue tan espantosa que debería de haber bastado para que la Segunda no tuviese lugar. No fue así. Ya hubo otra crisis antes que la actual. Como se lamentaba Bárbol, el pastor de árboles: «Mucho se perdió entonces, pero nadie vive ahora para recordarlo». Un día, también se habrán olvidado las consecuencias de la ambición inmobiliaria, de la voracidad financiera, de utilizar las instituciones públicas como arbitrarias oficinas de colocación, de vivir de espaldas al respeto a la naturaleza, de la renuncia a los valores… Quienes vienen detrás no escucharán nuestras advertencias, como nosotros en su día desdeñamos las de nuestros mayores. Así funciona este calendario de amnesias que es la existencia.

Un día todo lo que la crisis nos está enseñando se perderá. Para las futuras generaciones, y no me salgo de este siglo, este tiempo les resultará tan remoto como a nosotros el de los hititas. No cabe lamentarlo más allá del suspiro, pues nuestro sino es terminar siendo una legión perdida. Pero septiembre ha llegado. Y estamos vivos. Ha sido un verano muy triste. Pinos resineros, encinas, abedules, animales… han sido destruidos por la vileza del ser humano. Hemos sido tatuados por el fuego.

Pero comienza septiembre, el mes que nadie quería que llegase. Irrumpe con problemas e incertidumbres, pero también con luces y esperanza. Y estamos vivos.

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