FUERA DE JUEGO
Dar guerra
En este país la prueba de la hemeroteca no la pasaría casi ningún político. El domingo acudió a León siguiendo su costumbre el incombustible Alfonso para seguir dando «guerra». El que fuera todopoderoso hombre en el PSOE, que dejó los despachos de La Moncloa porque su hermano usaba los de la Delegación del Gobierno en Sevilla para hacer negocios, sigue fiel a esa soberbia moral que le permite dictar mensajes para todos en cuanto se asoma a un púlpito. Y en Rodiezmo no perdió la ocasión.
Habló de la liberación del etarra Bolinaga —Guerra era vicepresidente del Gobierno durante la negociación de Argel cuando había muertos a diario y además en plena edad dorada de los GAL—, de la relación del actual Gobierno del PP con la banca —estaba en activo en los tejemanejes que convirtieron los siete grandes en apenas dos—, de que se ha puesto límite a los sueldos de los bancos ayudados con dinero público —por fin—, de los que incumplen programas electorales —?— y de que ahora se está acabando con los pilares de la democracia —lideró las reformas institucionales de los 80 que dejaron el poder Legislativo y el Judicial en manos del Ejecutivo—. Pero apenas encontró tiempo en su discurso para ver pasar las brasas de un carbón que se está quemando .
Guerra sigue siendo Guerra y sus discursos ideados para dar ínsuflas a los hoolingans nunca defraudan. Y como siempre son discursos que no acaban con el aplauso. Ayer mismo tuvo que salir la número dos del PSOE Federal desde Ferraz para apagar el fuego que dejó a su paso con su petición de un referéndum —él ideó el de la Otan de 1986...— sobre las reformas económicas.
Sus discursos siempre buscan incendiar. Y el problema es que el domingo no sobraba madera en la campa de Rodiezmo. La afluencia de personas a la tradicional fiesta minera podría verse como un paso más del epílogo de un sector minero que cada vez está más exhausto. En el carbón se han sucedido décadas de discursos con soflamas al más puro estilo guerrista y ahora se ve sumido en un callejón sin salida.
Lo ocurrido en Rodiezmo y con los intentos de tibias movilizaciones contra unos recortes como los actuales sobre los que no existe ningún precedente quizás sean la mejor prueba de que la sociedad está anestesiada . Tanto grito guerrista con lo de que «viene el lobo» deja ahora como si fuese el eco un terrible e inútil «que remedio queda».