PANORAMA
La deriva secesionista
En la India nadie se sorprende por la llegada del monzón. Es una cita anual ineluctable, engorrosa, incómoda, en ocasiones, incluso trágica —las lluvias todo lo anegan y desbordan— pero al ser inevitable, las gentes se han acostumbrado a soportarlo sabedores de que, al final, siempre escampa.
Algo parecido venía ocurriendo con la berrea independentista de los nacionalistas catalanes en los aledaños del «11 de Septembre». La letra siempre era la misma: Cataluña es una nación sin Estado que quiere la independencia.
Año tras años, la liturgia alrededor del monumento dedicado a Rafael de Casanova —partidario del pretendiente austriaco a la Corona de España que acabó en manos de los franceses Borbones—, se repetía: subía el volumen de la música, crecían los insultos y silbidos de los maulets de la Esquerra a todos los representantes políticos que iban a depositar el correspondiente ramo de flores, los periodistas tomaban nota, TV3 ofrecía una amplia programación especial y la prensa del resto de España se escandalizaba ante la pasividad de las autoridades locales frente a todo esto.
Dos o tres días después, escampaba y se olvidaba lo ocurrido en la Diada.
Este año las cosas han cambiado. Convergencia Democrática, el partido que gobierna en Cataluña, ha hecho suyo el discurso y las formas públicas de ERC.
Aunque el presidente Artur Mas no acudirá a la manifestación que reclama la independencia, su partido, CiU, por primera vez en 23 años, si participará en el acto.
Al tiempo que con una mano exigen un concierto fiscal a la carta y piden al «ominoso Gobierno de Madrid» un anticipo —120 millones de euros— para llegar a octubre, con la otra levantan la «senyera» en dirección opuesta al mandato de la Constitución que en 1978 fue aprobada por la mayoría de los catalanes.
Es un juego muy arriesgado. Peligroso, incluso porque España no está ahora para este tipo de juegos burgueses.
Tengo para mí que el ciudadano Mariano Rajoy, como presidente del Gobierno de España, debería decir algo acerca de esta crecida de la deriva secesionista.