LA VELETA
El rescate
Ala fuerza ahorcan, pero desde don Álvaro de Luna no hay memoria de reo que acepte tan triste destino sin protestar. Estos días, en los que la penuria financiera de España nos ha puesto en el amargo trance de pedir ayuda a Bruselas, hablar de rescate es volver a las dos Españas. Para empezar, tenemos planteada una batalla semántica.
La inyección de miles de millones de euros procedentes del Banco Central Europeo (BCE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) que en los casos de Irlanda, Portugal y Grecia fue bautizado como un «rescate», aquí el Gobierno y con él sus terminales mediáticas se empeñan en denominarlo «línea de crédito». Un empeño de signo contrario tiene residencia en la izquierda.
El PSOE anda empeñado en rechazar el mencionado rescate porque ya se ha olvidado de la imaginativa «deconstrucción» que llevó cabo José Luis Rodríguez Zapatero con las estadísticas que reflejaban el monto del déficit y la situación real de la economía del país.
Rubalcaba no quiere ni oír hablar de rescate por la misma razón por la que Rajoy solo habla de la «herencia recibida» y olvida —este es el verdadero país de los lotófogos— que lleva ya nueve meses en La Moncloa y hasta ahora ni los recortes de salarios ni las subidas de impuestos han conseguido enderezar el rumbo.
Izquierda Unida, que no está del todo en éste mundo y, quizás por eso, de vez en cuando dice en voz alta cosas que otros ni siquiera se plantean, quiere que sean los ciudadanos —en referéndum— quienes digan si quieren o no el rescate porque será a ellos, a los ciudadanos (no a los bancos y a los políticos que alentaron la burbuja inmobiliaria), a quienes más dañarán las condiciones que nos impondrá Bruselas para conceder los préstamos. Recorte de pensiones, retraso de la edad de jubilación, despidos de funcionarios, jivarización de las administraciones, cierre de empresas públicas, ventas de inmuebles y servicios portuarios, etc.
Quienes tienen prisa y urgen al Gobierno para que solicite el rescate deberían analizar la experiencia portuguesa: un año después del rescate y del aposentamiento en Lisboa de los «hombres de negro», Portugal está como estaba o peor. Las subidas de impuestos no crean puestos de trabajo.
¡Qué tiempos aquellos en los que rescatar a alguien era una buena noticia, que cuando se trataba de un náufrago o de un alpinista hasta se celebraba con el coñac que transportaban los simpáticos San Bernardo!