Diario de León
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ESTHER ESTEBAN
León

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La publicación del patrimonio de los miembros del Gobierno, actual y el anterior, ha resultado ser un filón para los periodistas porque el tema se puede analizar desde tantos puntos de vista, que los titulares están garantizados. Así puede concluir que Rajoy y Rubalcaba tienen casi el mismo patrimonio (1,2 millones de euros) con una ligerísima ventaja del líder de la oposición. Se puede afirmar que dos secretarios de Estado tienen el mayor patrimonio entre los líderes políticos, o señalar que con pocas excepciones lo antiguos altos cargos del equipo de Zapatero han sufrido una pequeñísima disminución patrimonial.

Esos son los datos genéricos y luego está la demagogia. Esa, que nos puede llevar a calificar de escandaloso que nuestros gobernantes tengan esos abultados patrimonios cuando nuestro país tiene el farolillo rojo en numero de parados y son muchos los que no tienen lo básico para sobrevivir. Esa, que hace tabla rasa con todos los políticos y los dibuja como unos vagos redomados, unos chupopteros, corruptos y aprovechados que viven a cuerpo de rey. He oído incluso a algunos que han calificado de «inoportuno» que estos datos vean la luz, por entender que, con la que está cayendo, sería mejor optar por el ojos que no ven..... Yo, personalmente, creo que la transparencia es consustancial a la madurez democrática y de quejarme de algo, me quejo de la opacidad infinita que sigue habiendo en torno a la forma de gestionar muchas instituciones y como se gasta el dinero de todos nosotros.

Está muy bien saber su patrimonio para poder comparar lo que tenían cuando llegaron y lo que tienen cuando se van, pero la información sigue siendo incorrecta si se desconocen otros muchos datos complementarios, como si tienen otros bienes aunque ellos no figuren como titulares o detalles sobre la procedencia de los mismos. No es lo mismo llegar a la política con una mano delante y otra detrás, que haber tenido una actividad profesional previa que ha reportado los ingresos correspondientes, ni tampoco lo es tener un patrimonio familiar que no tenerlo o que la cosa pública sea un punto de partida o de llegada.

Es profundamente injusto y, democráticamente puede llegar a ser demoledor que la sombra de la sospecha se extienda sobre toda la clase política. Si solo vemos en nuestros políticos unos trincones sin escrúpulos. Si nos limitamos a creer que vienen a la política para enriquecerse, al final nos cargamos el invento. ¡Solo hay que asomarse a las redes sociales para ver que el panorama es muy preocupante, leña al mono que es de goma!

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