Diario de León

TRIBUNA

Cuando en León pican las avispas

Publicado por
Máximo Soto Calvo Asociación Pro Identidad Leonesa
León

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En Rodiezmo, donde volvió a haber una concentración Astur-Leonesa, una fiesta minera, repetida y sin necesidad de ensayo, los mineros que ahora atraviesan serias dificultades de trabajo, supieron poner una vez más sus pañuelos rojos al cuello, para que el inflamado color sirviera como vehículo para la reivindicación y la protesta.

Previsoramente, nos cuentan las crónicas, montaron un hospital de campaña; y menos mal, pues, sin saber muy bien porqué, fueron atacados por avispas pródigas en aguijonazos, como si fueran otra vertiente del declive económico que nos tiene a todos escocidos.

La cita de Rodiezmo es para Alfonso Guerra de obligada comparecencia. A la que siempre trae en su voz, de suave acento andaluz, el deje irónico, mordaz y siempre jocoso, clavando un aguijón en lo más alto del antagonista político. Por problemas en la espalda, dijeron, no podía acudir el señor Rubalcaba; y Zapatero, de momento está fuera de juego. También estuvo el secretario de Organización federal del PSOE, Óscar López, que antes fuera sucesor de Villalba en el mando partidista autonómico. En este papel ambos ignoraron lo leonés, lo cultural e identitario por parte de Villalba, y de toda índole, incluso lo económico, por López.

El compromiso asturleonés de Rodiezmo, compartido por gente de la minería de aquí y de allá el Pajares, no fue posible en un proyecto autonómico común; un aguijonazo, entonces, para muchos de los leoneses. Los asturianos sintiéndose capacitados para cumplimentar su destino autonómico en solitario, no dudaron de rechazar la compañía leonesa. Bien es verdad que los leoneses, y nuestros dirigentes políticos en especial, en la etapa preautonómica estuvimos un tanto perdidos, como esperando órdenes, viendo moverse a los demás y esperando no sé muy bien qué. En tanto Castilla, o más bien Valladolid, continuando con el secular empeño de controlar lo leonés, jugaban bien sus bazas.

No obstante, a la vista de los acontecimientos, parece que el ensayo asturleonés no hubiera funcionado bien. Y lo que es peor, hasta es posible que hubiera significado un paso negativo en las buenas relaciones que siempre nos han llevado hacia Asturias a los leoneses, y han traído a los asturianos hacia el silencioso León.

Ahora me pregunto, nosotros solos, en plan provincial autonómico, como el que preconizaba de boca Juan Morano, ¿hubiéramos sido capaces, económicamente, de alcanzar una situación estable? Y aún más, ¿ahora pasaríamos sin rescate como el que dice no necesitar La Rioja? He citado esta comunidad dado que, al ser uniprovincial, se muestra como un espejo para nosotros en el supuesto citado. Pues bien, debo responder: Con la mente actual de los políticos del PP leonés, me atrevo a decir que no. Hay demasiado compromiso y obligación partidista acumulada en cada uno de ellos. Nunca han sabido caminar en libertad apoyando al pueblo. Pueblo leonés naturalmente.

De aquellos otros, los del momento autonómico vivido en origen, que ya es historia, y tan dudosa como nefasta según venimos comprobando, solo nos queda la duda del fallido liderazgo moranista. Un personaje populista hasta la saciedad, que incardinado en las filas conservadoras, no sin destellos de rebeldía, pero no más allá de valor de balas de fogueo para hacerse notar, opino que, a tenor de su trayectoria, ni él se creía el ¡solos podemos! más allá de las calles de la capital y la alcaldía; eso sí, además, en sus mejores momentos de eufórica juventud.

En el PSOE leonés puede que haya habido siempre alguien dispuesto a hacer valer su condición de leonés antes que la de socialista, pero ha sido insuficiente. Ya es historia también el deseo de consulta popular de un socialista foráneo, que parecía comprendernos, antes de ser llevados al matadero identitario de lo leonés que suponía la incorporación a un ente de predominio castellano absorbente, el verdadero aguijonazo que nos dejó pasmados.

Lo de estar quieto para poder salir en la foto, bien arraigado por cierto en la llamada clase política, es tan válido para los socialistas como para los conservadores.

En cuanto al tema cultural e identitario, ¿dónde queda el sentimiento de lo leonés como prioritario? Estoy refiriéndome a León provincial como solución más cercana y más factible al fallar también lo regional con Salamanca y Zamora, por su devenir histórico marcado por cierta gradual desubicación popular, allende donde la palabra León, que era de todos, parecía ir a dañar la propia nominación provincial de zamoranos y de salmantinos, aunque entre estos, fuera en desigual medida.

Confundir compromiso ideológico con fundamento partidista, es simple y llanamente un ejercicio de conformismo; puede que interesado como el modo de vivir actual, pero no por ello tolerable. Estamos comprobando que se manifiesta en demasiados políticos, que parecen usar permanentemente gafas oscuras de sol para no ver la clara realidad de su misión política personal, el deber hacia sus votantes y siempre en beneficio del común. Sin embargo lo hacen pensando en las urnas, una meta y un escaño como premio; siempre bajo las directrices incuestionables de la cúpula partidista que les da cobijo.

A un periodista catalán le oí decir, hace unos días, que las autonomías se organizaron para dar solución en España a los asuntos vasco y catalán. Estando en parte de acuerdo, debo decir que el primer paso de la transición consistía en establecer la democracia en España, algo largamente desconocido en los españoles, y que, para casi todos los que estaban involucrados en tal menester, ni lo uno ni lo otro estaba resultando nada fácil. Los catalanes y los vascos tenían su condicionante como tales, igual que los gallegos, y puede que de ahí surgiera el contemporizador «café para todos», como salomónica solución. Si bien, no todos hemos tomado café «solo»; los leoneses como pueblo histórico fuimos vilmente conducidos a un amancebamiento que no deseábamos. Se nos dio un café de recuelo y con mala leche.

El soy leonés, leonés, que con ímpetu posicional certero decía Cuevas el otro día, vive en desigual medida e intencionalidad en el interior de todos los leoneses, por lo tanto parece indestructible; más no es así, pues está empezando a fallar en la colectividad que le da soporte, y se torna vulnerable a pesar de la intangibilidad que lo sentimental representa. El «ser leonés» pasándose de mente a mente, involucrado en lo cultural, y difundido con las tradiciones, se está tornando evanescente y hasta perecedero en este tiempo autonómico, cuando lo castellanoleonés, machaconamente sembrado en los niños por el ente autonómico, va tomando cuerpo, se desdibuja en los leoneses la condición de pueblo histórico, y entramos en una resignación peligrosa.

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