editorial
Un hombre clave para encauzar la Transición
Santiago Carrillo ya está presente con letras mayúsculas en la historia de España. Durante sus 97 años de vida fue testigo privilegiado y protagonista destacado de los acontecimientos que se sucedieron en el país incluida la implantación de la Democracia con la Constitución de 1978. Tras su activa participación en la Segunda República fue un personaje fundamental en la lucha contra el franquismo y llegó a los años 70 como una figura clave que fue capaz, desde una enorme generosidad, de encauzar a la izquierda española en el proceso de Transición hacia la Democracia.
Si la figura de Adolfo Suárez es imprescindible para entender el proceso de autodestrucción del franquismo y el proceso de democratización de los cuadros del aparato y su incorporación al sistema de libertades a través de la UCD, en el caso de Santiago Carrillo su participación fue decisiva para lograr que el PCE y las corrientes de izquierda aceptasen ese proceso de Transición en un momento convulso en el que muchos querían un cambio revolucionario que rompiese radicalmente con el pasado. El riesgo de nuevo conflicto era evidente y por ello Carrillo se esforzó en exigir garantías de que en España se crearía un verdadero régimen de libertades y derechos amplio aún a costa de renunciar a muchos de sus principios políticos que iban más allá del actual sistema de Monarquía Constitucional. Esa generosidad permitió el acercamiento de las dos Españas, del que hoy aún disfrutamos sus frutos.