TRIBUNA
El inmovilismo irresponsable
Hay un milenario proverbio chino que sentencia: No le pidas a alguien que guíe tus pies si no estás dispuesto a mover los tuyos. El proceso de ordenación del territorio liderado por la Junta de Castilla y León ha vuelto a desempolvar las miserias de esta tierra en un déja vù del proceso vivido con las cajas de ahorros de la comunidad.
En aquel debate todavía tierno y sin cicatrizar seguramente fallamos muchos o, todos, movidos por el alto voltaje de un tema apasionado y visceral, sucio, con ganadores y perdedores. Ganaron los que no creen en esta región y perdió Castilla y León. Todavía a día de hoy los vencedores silban para intentar enterrar su fracaso.
Tres años después esperaba que los líderes provinciales del Partido Popular que arrojaron el ariete contra el proyecto de una Caja regional hubiesen reconocido su terrible equivocación y extraído alguna enseñanza, pero, por desgracia, vuelvo a comprobar que para extraer moralejas las rondas hay que pagarlas y reconocer los errores es gratis y no se lleva.
Ahora la excusa se llama ordenación del territorio. Una competencia exclusiva de las comunidades autónomas en la que el gobierno regional lleva meses trabajando y en esta ocasión no podrán decir que olvidando las formas. Sin ser un experto en el modelo que seguro que es mejorable: se ha hablado mucho de municipios y poco de ordenación y las nomenclaturas siempre pueden ser discutibles.
En el fondo y en la superficie los mismos que reventaron desde dentro el proceso de una Caja para Castilla y León hoy quieren hacer saltar por los aires la propuesta de la Junta.
Hay que moverse, los datos sí que no son caprichosos: en Castilla y León se concentran la cuarta parte de los municipios de España; el 75% de esos municipios tiene menos de 500 habitantes cuando la eficiencia está en más de 5.000 y el mapa de municipios actual es de mediados de Siglo XIX. Esta es una oportunidad necesaria.
En una política de campanario los sublevados del Partido Popular contra el modelo juntero defienden el diseño parido fuera, que es un modelo conservador con su parroquia y que no baja a las especificidades de nuestro territorio, pero de incierto recorrido en el futuro cortoplacista.
La Junta propone que los municipios se asocien, sigan siendo municipios, las diputaciones ejerzan sus funciones ayudándoles y la Junta vele para que estas asociaciones sean lo más eficientes posibles. Pero cuando no se quiere ver, no se ve.
Ha habido intentos tímidos en otras comunidades, los daneses ya han dado pasos, los ingleses lo hicieron hace 60 años y los portugueses lo acometieron en los 70, pero aquí para qué moverse.
En esta tierra somos expertos en provocar que las soluciones nos lleguen de fuera porque antes de aliarnos con el de al lado somos capaces de morir de hambre.
Tenemos 2248 municipios, el problema por tanto es nuestro, busquemos las soluciones dentro, no fuera.
A los alcaldes se les está confundiendo, se está alimentando su enfrentamiento. Con una distancia de diez kilómetros en cuatro provincias diferentes puede haber cuatro alcaldes con versiones totalmente contradictorias entre sí. ¿De quién se fian? El miedo funciona y también es gratuito.
No sé si finalmente vendrá el lobo, en estos tiempos que corren el ya se lo dije no alimenta ni la soberbia.
Llevo más de una década haciendo cientos de miles de kilómetros por Castilla y León, no tengo pueblo pero lo busco, y desde la impotencia más absoluta, sin dictados ni tambores, pero todavía con la rabia del rotundo fracaso de las cajas a flor de piel, todavía no entiendo por qué somos incapaces de darnos una oportunidad.
Quizás porque unos pocos viven de no mover los pies. El tren está pasando con puntualidad europea y espero que esta vez no lo perdamos.