Otra reforma educativa que llega sin consenso
El sistema educativo afronta la llegada de su séptima ley. En poco más de 30 años de democracia la falta de estabilidad se ha convertido en la situación habitual en un sistema que la sigue echando en falta. El Gobierno del PP presentó ayer su iniciativa para modificar la educación. Así lo han hecho los sucesivos gobiernos durante la democracia. Quizás los populares esta vez han optado por ser más ágiles ya que cuando estuvieron con anterioridad en el Ejecutivo su ley educativa apenas estuvo en vigor al ser aprobada en la recta final del mandado 2000-2004 y fue automáticamente anulada con la llegada de Zapatero al Gobierno, quien también optó por crear su propio marco legislativo.
El proyecto educativo que plantea el PP tiene luces y sombras. El principal aspecto negativo es que nace de nuevo desde la unilateralidad. Es una reforma sin consenso y con la amenaza de tener un recorrido condicionado a los calendarios electorales. Una situación que no parece la más adecuada para el sistema educativo de un país.
En su ley el PP apuesta por dotar al Gobierno central de mayor poder de decisión a la hora de elaborar los temarios de los alumnos para frenar la dispersión creciente entre las autonomías. Un paso necesario pero que ya ha recibido la oposición frontal de los nacionalistas. Y se apuesta por reforzar las materias centrales como son las matemáticas, el lenguaje o el conocimiento del medio. En esto se atiende a una vieja demanda de los expertos.