EL RINCÓN
El rubicón de Artur Mas
Sería hasta cierto punto disculpable que en medio de la gran tensión sicológica y política que supone para el Gobierno español pedir o no el rescate para aliviar la presión de los intereses del pago de la deuda y el cumplimiento del objetivo de déficit diera por zanjado el problema de Cataluña tras el «no» de Mariano Rajoy al pacto fiscal que pretendía Artur Mas. Tengo para mí que sería un error. Grave. Sería una gran equivocación no considerar los riesgos que apareja la apuesta abiertamente secesionista que encabeza el actual presidente de la Generalitat. Por el bien del país y en aras de un futuro armónico, en términos de convivencia, convendría que el Ejecutivo no postergara la cuestión visto que Artur Mas, llegado el caso, anuncia la voluntad de actuar políticamente al margen del marco jurídico que establece el mandato constitucional.
Amén de que sea cierto que hay un porcentaje creciente de catalanes partidarios de la independencia, Mas está utilizando con notable astucia la reivindicación independentista creando una cortina de humo que ha cambiado el sentido y el rumbo de las protestas y manifestaciones que durante los ultimo meses habían provocados los recortes en sanidad y educación decididos por la Generalitat. Lo ha conseguido recurriendo al más clásico de los resortes de la estrategia nacionalista: buscar un culpable exterior al que endosar la responsabilidad de todos los males que aquejan a los ciudadanos de un territorio o de un país. El «Roma ladrona» de la Liga Norte de Humberto Bossi, aquí Mas lo ha convertido en «España nos explota». No es cierto y él lo sabe, pero con el paso que ha dado espera ganar con mayoría absoluta las próximas elecciones para, después, empezar de nuevo. Lo malo es que con su apuesta rupturista ha desatado fuerzas —dentro de Cataluña y también en el resto de España— que no va a poder controlar. Por eso digo que el Gobierno de España haría mal en dar por zanjado el episodio con el simple recordatorio de que las leyes están para cumplirlas porque, más allá de la finta táctica, quizá sea cierto que con Mas a la cabeza, Convergencia asume con todas sus consecuencia el paso del Rubicón. Con todo lo que eso implica.