Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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Tal como pregonaba la antigua publicidad, este periódico que tienen entre las manos se precia de guardar entre sus pliegues palpitaciones del corazón leonés. Y precisamente por ello, en estos momentos en que la Magdalena no está para tafetanes, hablando naturalmente en términos económicos, conviene buscar refugio en alguno de los establecimientos de referencia que abren sus puertas en nuestro viejo solar. Me refiero a ese tipo de locales especializados en el goce de vivir y el disfrute de las pequeñas cosas, incluidos en lo más selecto de la memoria lúdica capitalina. Por querencia personal y afinidad clientelar, me gustaría comentar un par de cositas acerca de una cafetería de virtudes antiguas que, contra viento y marea, sabe manejarse entre el zumo sabroso de la crisis. Si en Madrid presumen de la atmósfera culta y civilizada del Café Gijón, los descendientes de los Ordoños, Bermudos y Guzmanes tenemos esas memorables tortitas del Alaska reconocidas por unanimidad como un manjar de dioses.

La cafetería Alaska es emblema de un mundo que poquito a poco va perdiendo pie y pasando página, agobiado por el frenesí y las prisas que se han convertido en nuestro desdichado hábitat natural. A base de mucho trabajo, esfuerzo y dedicación, Silvestre y José, que tanto monta, parecen haber seguido cursillos de amabilidad y buen hacer para atender como se merece a Nuestro Señor el Cliente. La sabiduría que da el sentido común y la experiencia se pone de manifiesto en una carta de especialidades especialmente convincente, que evidencia un compromiso de calidad con el parroquiano. Y para redondear la oferta, hablando con cualquiera de ellos surge todo un desfile de sentimientos e historias menudas, referidas a aquellos tiempos amables en los que todo parecía más fácil y prometedor. ¡Olé por el Alaska y sus buenas gentes!

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