Educación y empleo: hay que hacerlo mejor

Conocíamos ayer algunos detalles más de la nueva reforma educativa y hoy que sólo millar y medio de parados leoneses —más de 42.000, una cuarta parte de ellos jóvenes— opta por capitalizar el paro para montar un negocio o convertirse en autónomo en una situación económica de miedo escénico.

Los hechos —es la séptima reforma educativa desde la instauración de la democracia, nace con fuerte contestación social y política y sigue sin poner en valor la formación profesional— y las cifras revelan que algo hemos hecho mal y, lo que es peor, la intuición nos dice que no lo vamos a hacer mejor.

Es un hecho cierto que tenemos la generación mejor preparada de la historia, con más estudios y de mayor nivel, más amplio conocimiento de idiomas y mejor preparada para iniciar la experiencia laboral. Pero no encuentran trabajo y las tentativas por la vía de la iniciativa personal suelen acabar asfixiadas por una situación económica insoportable.

Estamos condenando al paro perpetuo a una generación que hemos preparado a un coste altísimo para no trabajar nunca, obligados a emigrar a otros países o a trabajar aquí en condiciones tercermundistas, en ambos casos en situaciones dolorosas también para la familia. En fin, que o nos ocupamos de ellos con planes de incentivación del empleo juvenil, una formación profesional ocupacional y primando a los emprendedores o no saldremos de ésta. Nos la jugamos con el rescate, pero también con la educación y el empleo.