LA LIEBRE
La berrea
Aguarda el monte el llanto del otoño para preñarse de celo. En la espesura de los abedules, en las matas de los robledales barbados de líquenes, se afinan los coros que descienden por las trompetas de los valles montañeses como caracolas que anunciaran un naufragio eterno; quizá la condena en la que está varada esta provincia, quizá el sonido con más esencia de León. Un quejido sostenido que se cuela entre el desvelo de las corujas y desgarra los montes para anunciar la mudanza que consagra la evolución de las especies. La pervivencia de la línea sanguínea de los más fuertes. La exuberancia de las cornamentas de los machos que se levantan entre las urces y los tojos, como espadañas de una religión anterior a la domesticación de los hombres. El cortejo ritual de la berrea, que desnuda una sociedad en la que no hay lugar para abandonarse a la tentación de creer que puede darse un coto en el que se resguarden los más débiles.
La ley del monte se repite en esta crisis que ha devuelto la lucha por la supervivencia al escenario social. Medidas encadenadas de recortes de prestaciones, desaparición de servicios, incremento de tasas, supresión de inversiones y abandono de la protección a los colectivos desfavorecidos, después de abonar el terreno para convencernos de que todos estamos en peligro. Mensajes lanzados de forma subliminal con los que ayuntamientos, Diputación, Junta y Gobierno inyectan el virus del enfrentamiento de los pueblos con el municipio, de lo privado con lo público, de los cotizantes con los parados, de los emprendedores con los funcionarios, de los profesores con los padres, de los pacientes con los médicos... Esa siembra de la cizaña de la desconfianza en la que la única especie que se perpetúa es la que supera los criterios de selección más salvajes, aunque nunca coincidan con aquellos que sirven para aportar más desarrollo y bienestar al común de la colectividad.
La llamada de la naturaleza se extiende este otoño en el que sigue la procesión de parados sin ingresos abandonados por las administraciones, el goteo de los ERE aplicados como purgas para aumentar beneficios a costa de la reducción de las condiciones laborales y el abandono de los discapacitados sin derecho a una atención digna para incrementar el lucro de unos pocos.
Sólo hay que ver el rastro de los que se descuernan cada día.