Diario de León

TRIBUNA

Promesas, propuestas y protestas

Publicado por
José Luis Gavilanes Laso. Escritor
León

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De todas las promesas que don Mariano Rajoy Brey y su tropa hicieron si salían victoriosos en los últimos comicios, resta tan solo por incumplir la referida a no tocar las pensiones. Aunque las promesas están para incumplirlas, que nadie se alarme. La merma del gasto en sanidad, en educación, en dependencia y a través de la subida de impuestos, no irá a mayores, por ser una sisa sólo coyuntural. Las cantidades «sustraídas» a los afectados les serán devueltas a su debido tiempo. ¿Cuándo? La respuesta es como la recibida por aquel que preguntó por teléfono si estaba fulano. No, no ha llegado todavía. ¿Tardará mucho? Pues, no sé, puede ser cosa de minutos, horas, días, semanas, meses…Pero, oiga, oiga ¿no es ahí el catastro? No, señor, se ha confundido, esto es el cementerio.

Por si no se han dado cuenta quienes nos gobiernan, quiero advertirles que meter la tijera en la tela de las pensiones acarrearía tres consecuencias inevitables y desastrosas. En primer lugar, ocasionaría la disminución del poder adquisitivo de este numeroso colectivo, con la consiguiente, una más, repercusión negativa en el consumo y en el abastecimiento de liquidez a cajas y bancos. En segundo lugar, muchos parados que han agotado ya todos los plazos en el cobro del subsidio de desempleo viven bajo el techo y manutención de pensionistas padres o parientes, sin la ayuda y cobijo de los cuales estarían en el más absoluto desamparo. Y, en tercer lugar, con el recorte en las pensiones, también se verían afectadas las residencias que albergan a jubilados, quienes, al ver reducida su pensión, no podrían pagar la totalidad de la factura mensual. Por lo que, una de tres, o las residencias rebajan la cuantía de sus facturas, o menoscaban la excelencia en el cuidado y atención alimenticia de los internos, o prescinden de aquellos que no puedan pagar. Aunque todavía no se haya tomado una decisión al respecto — bien por iniciativa propia del Gobierno, o por quienes, como María Cristina, nos quieren gobernar, desde fuera—, realmente ya ha habido disminución de las pensiones por el obligado pago de medicamentos y aumento del IRPF.

Claro que no ignoro que el Sr. Rajoy y su tropa ascendieron al poder gracias a la majada popular que, huyendo de la impericia del anterior pastor, obró mayoritariamente como oveja al reclamo engañoso de la boca del lobo, y éste la está dejando en la albura de los huesos «a dentelladas secas y calientes».

A los que andamos frisando las siete décadas de vida, lo primero que nos enseñaron y aprendimos muy bien en nuestra pobre, pero no por ello infeliz infancia, después de tres años de guerra, cuatro de posguerra y uno de sequía pertinaz, fue a apretarnos el cinturón. Y, por imperativo de apremio, hubimos de vender nuestra fuerza de trabajo a los catorce años de edad. A partir de ahí y sin interrupción, hemos estado cotizando a la Seguridad Social la friolera de diez lustros. Pese a ello, no nos asusta volver a ceñirnos el cinto si las circunstancias tocan a rebato solidario. Pero, para que esto suceda, antes hay que adoptar medidas de calado en la lucha contra el fraude fiscal, que es una buena alternativa a los recortes sociales. No sólo lo digo yo, que soy un simple juntaletras, lo dice un secretario general de los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha). Y antes hay que retirar la amnistía fiscal, que implica reconocer la incapacidad del Estado para hacer cumplir la ley a los evasores en paraísos fiscales, que, además de recurso ineficaz como ha quedado demostrado en ocasiones anteriores, supone un agravio comparativo contra la gran mayoría de los ciudadanos al corriente de sus obligaciones fiscales. Y antes hay que rebajar la tasa de economía sumergida estimada entre el 19% y el 23% del PIB, lo que supone que se dejan de ingresar 88.000 millones de euros anuales, una cantidad que permitiría alcanzar el objetivo del déficit sin dañar el estado de bienestar. Y antes hay que poner la lupa en las grandes empresas en lugar de ponerla sobre el pequeño contribuyente. Y antes hay que obligar a las grandes fortunas, agrupadas en un consorcio de más de 100 inversores, la mayoría de ellos «de paja», que tributen como el resto de los contribuyentes, en vez de a un bajo interés (el 1%). Y antes se deben hacer recortes en las administraciones y en las representaciones parlamentarias, eliminando la cámara alta y anulando privilegios por agravio comparativo con el resto de los ciudadanos. Y antes hay que obligar a ejecutivos de la banca y de las cajas a que devuelvan lo que se han llevado «legalmente» en pingues prejubilaciones con dinero público, y estafado privada y «legalmente» a los clientes. Y antes hay que eliminar asesorías, consejerías, consultorías y otros cargos parasitarios, además de subvenciones absolutamente inútiles y onerosas, como las destinadas a financiar a los partidos políticos y a los sindicatos. Y antes hay que ir a listas abiertas para que la partitocracia no siga ocupando la plaza pública con su mercado de intereses. Como dijo Renan, «la nación es un plebiscito cotidiano», no una sola jornada cada cuatro años al alegre escrutinio de los votos, sin que el ciudadano tenga derecho a reclamación si las promesas para obtenerlos no se cumplen.

Aunque suyas son, de momento, Sr. Rajoy & tropa, la hacienda, la casa, el caballo y la pistola, no dude que los pensionistas iremos también a la lucha, en el caso de que decidan seguir en sus trece de recortar y recortar en este camino loco hacia ninguna parte. No hay término medio, o defienden ustedes los intereses del rebaño, o continúan esquilándolo y ordeñándolo en beneficio de los epulones, pícaros y vividores. Y al ordeñado pueblo «bendito» y «soberano», que en verdad no sea un pueblo aborregado, como en parte lo ha desmentido, pacífico y desarmado, a pesar de los camorristas, de las porras indiscriminadas, de las balas de goma, de los malos humos y el insulto de «golpistas». Por ser el único modo para que no nos sigan esquilando y tocando…las ubres, hasta dejarnos completamente jijas y esclavos.

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