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León

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«Procuro hacer el bien y confío sólo en Dios». Es una de las pocas frases que se le han podido escuchar a sor María Gómez Valbuena desde que hace más de treinta años se conocieron las primeras denuncias por robo de niños. Desde entonces esta religiosa leonesa —nació en Valderrueda en 1925 y años después ingresó en la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl— está en el ojo del huracán. Está imputada por los delitos de detención ilegal y falsedad documental por el presunto robo de una niña en una clínica madrileña en 1982.

Pero el cerco judicial en torno a ella se ha estrechado al ordenar la Audiencia Provincial de León la reapertura de otro caso en abril de 1978.

Antes de 1987, cuando se reformó el Código Civil, muchas adopciones se dejaban en manos privadas, normalmente de la Iglesia, en algunos casos con el consentimiento o la inhibición de las autoridades. En los años sesenta las adopciones se formalizaban con un espíritu ‘práctico’ y en ocasiones se cometían ‘irregularidades’.

En todo caso, y en esos en concreto, debe ser la Justicia y sólo ella la que trace la fina línea que separa la ‘buena voluntad’ del delito más reprobable. El esclarecimiento de los hechos puede ser extraordinariamente doloroso, sobre todo para quien, una vez conocida la verdad, tenga que elegir entre su familia y su vida de antes o dejarse llevar por los genes aun sin conocerse de nada. Si puede más quien te cría o quien te dio la vida. No puede haber nada más doloroso para el ser humano.