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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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Las tardes de los domingos, cuando el sol dimite hasta la semana siguiente y aumenta el número de personas que piensan que el suicidio no sería una mala solución, están ocupadas por el fútbol. Fútbol y más fútbol. Quienes tienen la aberración de no gustarles ese juego planetario lo pasan fatal, pero a quienes nos divierte nos proporciona grandes ratos de felicidad compatible con la desgracia. No hay una cosa mejor que ver ganar al equipo de nuestros colores, pero debemos escogerlo entre los que suelen salir victoriosos o los que representan —que es mucho decir— a la ciudad donde involuntariamente vinimos al mundo sin previa consulta.

La tarde del domingo la pasé viendo al Málaga y al Madrid, pero al margen del desdichado gol de último minuto que hizo perder al primero, y del aprovechamiento político del gran encuentro del Nou Camp, me sirvió para hacer algunas reflexiones. Todos los goles que vi tuvieron autores extranjeros. En Barcelona marcaron Ronaldo y Messi, un portugués y un argentino. Y en Madrid un colombiano, un paraguayo y, si bien en su propia puerta, un brasileño. Esa coincidencia, que no hay que atribuirla solo al azar, me ha hecho pensar en la necesidad de importar políticos como se importan futbolistas. Es cierto que hay más jugadores buenos que buenos políticos, pero habría que adquirir tanto a unos como a otros. ¿Por qué no fichamos líderes extranjeros solventes? Los de la cantera no solo juegan fatal, sino que juegan con nosotros y no dan pie con bola. Si hacemos las cuentas no nos saldrían tan caros comparados con lo que ganan los nativos, que son más de la cuenta.

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