TRIBUNA
El éxito del Mercado Medieval
Es evidente que el Mercado Medieval de León constituye un éxito y que, sin duda, ha sido el acto con más relevancia de los pocos incluidos en el programa de las Fiestas de San Froilán. Lo que ya no es tan evidente es que ese éxito deba achacarse en exclusiva al actual equipo de gobierno municipal —que pretende arrogárselo y al que algunos columnistas se lo otorgan sin más— ya que han sido las mejoras introducidas en los últimos años las que han permitido que el encuentro se haya consolidado, mejorado y convertido en una referencia para todos los artesanos.
Este mercado se celebra en León desde hace casi una década, pero entonces este encuentro tenía un coste de entre 30.000 y 36.000 euros para el consistorio. La inclusión, en la pasada legislatura, de un procedimiento abierto de tramitación permitió no sólo dar luz sobre la contratación para que todas las empresas que así lo deseasen pudiesen concurrir sino salvar que esta licitación tuviera un coste para el municipio y, por ello, para los leoneses.
Se evitó —con este procedimiento— la adjudicación directa a empresas que cobraban por organizar y además se logró una mayor participación de asociaciones especializadas, e incluso de todas las formaciones políticas que —al contrario de lo que ha ocurrido este año— podían participar en las mesas de adjudicación y en las bases de contratación.
El anterior equipo de gobierno modificó también la ubicación de esta cita histórico-turístico-comercial con la ubicación en el entorno de San Isidoro que le daba más realce y conseguía además revitalizar esta zona para el comercio. Con el cambio de sitio se pasó a utilizar asimismo la plaza de San Isidoro y el parque del Cid para distintos actos enmarcados en la programación del mercado.
El pliego de contratación recogía algunas de las novedades que ahora se ensalzan como tales: recogía la reducción o, incluso exención, de tasas en las licencias de participación para los artesanos de la provincia y de la ciudad a la vez que se velaba por la competencia con la limitación a cinco puestos de similar categoría.
Además se aseguraba que todos los participantes en el mercado eran artesanos, con su documentación acreditativa, lo que no ha ocurrido en esta edición aunque eso no haya ensombrecido la participación y la presencia de ciudadanos que, al final, es lo que marca el éxito de cualquier evento público. Para todos nosotros, como representantes de los leoneses, es una satisfacción que cualquier evento o actividad organizados en León sea un éxito de participación y, también, de ventas porque es nuestro reto y compromiso mejorar las posibilidades de los artesanos o de los hosteleros de la zona en este caso concreto.
Intentar ahora sembrar dudas sobre cómo se gestionó anteriormente el mercado, sin ninguna prueba y sin más que la insinuación de ilegalidad es algo cuanto menos osado y poco profesional. Camino Gallego, en su columna del pasado día 8, destacaba que «de poco sirvieron al anterior equipo municipal las tasas que cobraban porque los cajones de Recaudación parecían el Big Bang, así que para que lo dilapiden cuatro munícipes, mejor que lo disfruten los artesanos y el pueblo en jornada festiva».
No, señora Gallego, lo que antes se cobraba a los artesanos servía para autofinanciar todas las actividades y el montaje del mercado y así no tenía ningún coste para los leoneses. No se dilapidaron ni, por supuesto, como usted insinúa lo gastaron sin más cuatro ni 27 munícipes, sólo se mejoró la gestión y se logró evitar un coste gravoso para el Ayuntamiento, uno de los pocos que seguía pagando por organizar mercados medievales.
La crítica aparece siempre como positiva y así la aceptamos, pero siempre que esté construida sobre la verdad y no sobre la difamación, la duda capciosa o la verdad a medias.