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Publicado por
Pablo Peyuca González. Presidente del PAL-ul
León

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En pleno y agrio debate sobre las recientes reivindicaciones soberanistas expresadas desde Cataluña y de modo oportunista desde otros territorios del Estado Español, y con objeto de alejar tentaciones simplistas y demagógicas de algunos de asociar al PAL-ul con supuestas (y ridículas) posiciones separatistas de León con relación a España, quisiera aprovechar la ocasión que me brinda esta tribuna para puntualizar y clarificar algunos aspectos programáticos de mi formación política al respecto.

En primer lugar, debo manifestar mi más profundo respeto, y el del PAL-ul, por la Constitución Española. En ella se define una determinada arquitectura territorial dentro del Estado que, hasta que no se diga lo contrario, es plenamente vigente y sirve de marco a las distintas realidades culturales, sociales, etc. que conforman la rica diversidad que, como país, atesora España.

Y en segundo término, nuestra formación es de las que piensa que la Administración cumple mejor sus cometidos y es más eficaz, rápida y barata cuanto más cerca está del administrado; es decir, del ciudadano. De ahí nuestro pleno apoyo a la pervivencia de las juntas vecinales, a la potenciación de los ayuntamientos, al papel integrador y mancomunal de las diputaciones provinciales y a las propias comunidades autónomas, siempre que no traspasen la clara línea que marca nuestra Carta Magna en pos de fatuas aventuras independentistas.

Otra cosa bien distinta, y que abogamos por mejorar, es la multiplicidad y repetición enésima de cargos y el continuo solape de competencias y gestión existentes entre estas distintas administraciones y el propio Estado, que debieran ser regulados al milímetro bajo el criterio único y estricto de la sostenibilidad económica por parte de aquella Administración (única) que las ostente. También somos partidarios de que ciertas competencias «clave» deben estar en manos del Estado, el cual, nunca desde el defecto del centralismo, sino desde la virtud de la coordinación, la justa redistribución interterritorial y la unidad de mercado, aporte la visión conjunta de país ante los grandes temas comunes de todos los españoles y también en el marco internacional. Ejemplos sobrados hay en el mundo, muy cercanos algunos, de lo que digo y de las ventajas de ese tipo de modelo, que nunca debería suponer una carga económica extra para el ciudadano.

No obstante y a pesar de lo expuesto, a lo largo de los años que llevo en el PAL he llegado a escuchar cosas como que somos un partido nacionalista, que queremos un país propio, que queremos una lengua propia, y cosas en ese sentido. Las razones de estos comentarios son varias: una, el simple desconocimiento por parte de la sociedad leonesa y otra, la mala intención por parte de otras formaciones políticas, principalmente PP y PSOE, que intentan confundir con engaños a los ciudadanos para meterles miedo con el falaz discurso del presunto separatismo leonesista.

Grandes leonesistas han utilizado y utilizan el término «País Leonés» cuando se refieren a la región leonesa siempre dentro de la nación española, pero al tener España regiones con nacionalismos separatistas que emplean palabras similares para pedir su separación de España, muchas personas pueden malinterpretar (incluso intencionadamente) esas palabras. Por ello y por nuestra querida tierra ruego, al igual que ya he pedido a mis compañeros en el PAL, que los leonesistas utilicemos con sumo cuidado esa terminología para referirnos a nuestra tierra, ya que se lo ponemos muy fácil a los enemigos de León. Bajo mi opinión, la terminología adecuada para hablar de nuestra tierra, pudiera ser Reino de León, Región Leonesa, o simplemente ¡León!, ya que esto deja bien claro que los leonesistas en su inmensa mayoría queremos estar dentro de este gran país que es España.

Sin embargo, ello no es obstáculo para que, amparándonos en esa misma identidad leonesa recogida en los estatutos del PAL, aspiremos a que sea posible un rediseño o reajuste territorial de algunas comunidades si sus integrantes lo desean, y en especial la nuestra, Castilla y León, una «macrorregión» a nuestro entender artificial y a todas luces profundamente desequilibrada en contra de León a causa del enfermizo centralismo practicado por el Gobierno de la misma.

Como presidente del PAL y siempre con la total aprobación y respaldo de nuestro secretario general y miembros de la ejecutiva general, insisto en dejar bien claro que el PAL no es un partido nacionalista en el sentido excluyente del término. Tampoco somos ni de derechas ni de izquierdas ni de centro, sino de sentido común y en nuestras filas están representados gente de todo tipo de ideologías políticas pero con un factor que nos une: el amor por nuestra tierra, León. Por esa misma pluralidad y capacidad de integración; por no estar al servicio de intereses partidistas que deciden lejos de aquí; por ser leoneses, me atrevería a decir que somos posiblemente la fuerza política más cercana al sentir del ciudadano de la calle, ya que, además, nunca hemos buscado estar por encima de ellos, sino a su lado, pues nosotros mismos somos también ciudadanos de a pie.

Espero que con esta declaración se deslegitime todo intento de meternos en el mismo cesto de los nacionalistas separatistas Catalanes, Vascos o Gallegos. Los leonesistas, y más concretamente el PAL, no lo somos y lo único que buscamos es lo mejor para nuestros ciudadanos y nuestra tierra, ya que ¿quién va a saber mejor de lo nuestro que nosotros mismos?

Quiero terminar este escrito explicando qué es para mí ser leonesista: «trabajar de una forma cercana a los vecinos que te rodean, no olvidando nunca de donde venimos, pero que ese pasado no sea un lastre para llegar a nuestro más importante fin: que los leoneses y leonesas no tengan que marcharse fuera de esta tierra para buscarse el futuro y que los que han tenido que marchar, puedan regresar a nuestras ciudades y pueblos, ya que sin leoneses no hay León».