Diario de León

TRIBUNA

¿Independencia? No, gracias

Publicado por
Manuel Arias Blanco. Profesor jubilado de Secundaria
León

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Por más que algunos jefes políticos, cual reyes de taifas, quieran hacer de su capa un sayo y proclamar la independencia de su territorio sin saber qué consecuencias acarrea, no cabe duda de que hoy nada invita a la separación e independencia, sino a todo lo contrario. Antes decían «divide y vencerás», por tanto la unión es la que nos hace fuertes y competentes. No otra cosa cabe esperar hoy de los dirigentes con sentido común.

No puede ser excusa el propio idioma, por más que un idioma propio es un signo de identidad envidiable y envidiado. Nadie se opone a que se deje de lado la propia lengua. Nunca. Creo que la herencia hay que cuidarla y potenciarla, pero no a costa de un interés común. Aquí, en España, nos une el español o castellano, uno de los idiomas más importantes del mundo. Es loable que todos lo hablemos, porque nos une. Aparte, algunas regiones disponen de otra lengua o dialecto que les diferencia y enriquece. Bien hacen con potenciarlo y elevarlo a la máxima potencia, pero no a costa de lo que nos une. Nosotros, los leoneses, deberíamos apreciar lo más valioso del leonés, su vocabulario. Quizá ir más allá no nos conduce a nada.

Creo que hoy en la enseñanza se deben potenciar los idiomas, en especial el castellano y el inglés, porque con ellos podemos viajar por todo el mundo sin mayores problemas. Y, además, si tenemos una lengua heredada, esa lengua. Nunca ha de ser un signo de separación ni de superioridad, sino de identidad y riqueza. Pero aquí, sabemos que, con mucha frecuencia, el idioma sirve para hacer muros de separación y de exclusión. Me explico: no es justo que para ciertas convocatorias la lengua propia sea un obstáculo para los de otra región. No es justo, porque en otras zonas no se hace esa distinción. Y si un catalán o un gallego pueden acceder a una oposición en igualdad de condiciones fuera de su autonomía, ¿por qué un leonés tiene que saber catalán o gallego o vasco para superar una oposición en sus autonomías? Con razón algunos piensan que estamos haciendo el primo quienes establecemos reglas iguales para todos.

Es cierto que, una vez superadas las dificultades propias de tal o cual oposición, el que viva en tal o cual región o autonomía ha de integrarse con todas las de la ley, incluido el consabido aprendizaje del idioma. Parece de cajón que la convivencia ha de ser total y eso incluye la lengua de esa zona. Pero no ha de ser excluyente, ni mucho menos. Si no, los que no gozamos de ninguna lengua arraigada deberíamos poner en juego otras reglas que nos favorezcan y eso echaría por tierra la justicia de cualquier oposición que juzgue el saber en tal o cual ciencia. Estaríamos hablando de otros juegos ajenos a la competencia para desempeñar una función u otra. Si es así, mejor que se acabe con esta manera de acceder a un puesto de trabajo, quizá el menos injusto de cuantos se puedan plantear.

La lengua es la primera pieza para iniciar una independencia, para dejar de entenderse con los demás. Recuérdese el affaire de la Torre de Babel. Hoy, que estamos en busca de un idioma universal, parece extraño que nos apoyemos en nuestra lengua para dividirnos. Una incongruencia. Debemos buscar cauces de fusión y entendimiento y no maneras de separación y fractura. Porque perderíamos todos. Ya algunos, en cuanto ven etiquetas catalanas, rechazan el producto por esta discusión inane sobre si somos o no españoles. Por este camino no llegamos a ningún lado. Y eso no supone renunciar a lo más próximo, a lo nuestro, pero sin quedarnos ahí. Alguien decía que un autor que es de su pueblo no deja de ser universal y así es. Una cosa no quita la otra. Soy de mi pueblo, pero no renuncio a mi región, ni a mi autonomía, ni a mi país. Cuando yo trabajo por mi pueblo estoy agrandando mi país. Y no separando. Es hora de colaborar entre todos en formar un gran país, sumando lo bueno que todos podamos aportar. Lo demás no deja de ser mera política ajena al sentido común y lejos de la paz necesaria para construir un gran país.

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