AL TRASLUZ
Echando humo
Pues a mí no me ha sorprendido la noticia de que incendio del Ayuntamiento de León fuera provocado por un chispazo en un reloj de fichar. De los aparatos hay que fiarse solo lo justo, como de las mujeres que se llaman Adelita y a la que luego hay que seguir por tierra y por mar. No es por ser agorero, la informática será, tarde o temprano, nuestro Nerón. El día que a millones de megabytes les dé por arder a la vez, en una siniestra noche de los ordenadores vivientes, la civilización será un visto y no visto, y no habrá antivirus que nos salve. Pero mientras el Pearl Harbor informático llega, nuestro Ayuntamiento ha aprobado una ordenanza reguladora de las actividades que producen humo. Con la crisis lo difícil va a ser encontrar una que no lo produzca, pues a quien más y a quien menos le desprende humareda el semblante. «Estoy que echo humo», es una expresión que vuelve a oírse mucho. También hay quienes lo exhalan sin motivo, ni fuego previo, porque son de chimenea fácil. Lo cierto es que el estado de ánimo, el individual y el colectivo, tira a churruscadillo. Al rato de haber iniciado una conversación, las frases empiezan enseguida a expulsar gases calientes, hasta podrías freír un huevo sobre muchas de ellas, como en la arena del Timanfaya.
Y sí, es leer ciertas informaciones y notar cómo se te funde un fusible interior. Lo extraño es que no haya más cortocircuitos. Pero también debemos valorar las buenas noticias, que nos reconcilian con la esperanza. El leonés Amancio Ortega, uno de los hombres más ricos del mundo, acaba de donar 20 millones de euros a Caritas. Una erre nada más separa amor de amo, como humor de humo, y sin embargo… cuántos abismos las diferencian.
Humor y humo no comparten etimología. Nada hay de divertido en el caso del concejal popular de San Emiliano,denunciado por el Seprona como presunto autor de la caza ilegal de un rebeco. Él dice que no es lo que parece, que él no fue, que fue ese otro señor de ahí, el ex presidente de la Junta Vecinal. El PP quiere expedientarlo, incluso echarlo. También tuvo en su día una denuncia por quemar rastrojos en una zona con alto riesgo de incendio. En efecto, hay días en los que faltan extractores para tanto humo.