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Publicado por
Juan José Presa Santos doctor en derecho
León

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España se nos muere. Los síntomas no pueden ser más alarmantes. Y somos muchos, muchísimos los que así lo auguramos, tal vez millones. Lo cierto es que de unos años a esta parte, muchas de las noticias que a diario nos vienen asaltando y sorprendiendo a través de los diversos medios de comunicación, no nos ofrecen más que irregularidades y desastres de toda índole: políticos, económicos, funcionales, organizativos, estructurales, sociales, morales, etcétera, etcétera.

Aunque son muchas las opiniones vertidas a este respecto, todas ellas coincidentes en lo básico y esencial, las resumimos y limitamos a las siguientes:

1.ª: «El problema de este país son las autonomías. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Mientras no se ataque el problema de las autonomías (verdadero cáncer económico de España), no se va a resolver el de la deuda donde nos han metido los políticos. Es patente y palpable el ingente goteo que supone para nosotros los contribuyentes mantener 17 autonomías. Si queremos que España funcione, cree empleo, hay que suprimir las autonomías y reducir las administraciones». (J.M.G.R.)

2.ª: «La Democracia española hace aguas, en parte sustancial a causa de la voracidad de los partidos políticos y las centrales sindicales... Cuentan sus empleados y colaboradores por centenares de miles y exprimen al Estado a tal punto que cerca del 90% de lo que derrochan se carga al dinero público, a los impuestos con que sangran a los ciudadanos... Las cuatro administraciones: la central, la autonómica, la provincial y la municipal están esquilmando a España... Pagamos 17 estados... que, salvo alguna excepción, despilfarran sin medida... ridículas embajadas sin trabajo ni representación... la política y los sindicatos son ya el mayor negocio que se hace en España. Las cajas se han arruinado por culpa, en parte esencial, de los políticos y los sindicalistas... Además, no es eso lo peor. Lo peor es el tirón secesionista que enturbia el futuro de nuestro país». (L.M.A.)

3.ª: «Estoy totalmente de acuerdo en el desastre que representan las autonomías en España... y veo también a España sumida en una catástrofe que sin duda, si Dios no lo remedia, nos va a causar un irremisible desastre histórico». (J.U.M)

4.ª: «El gasto del Estado equivale ya a un poco más del de una Comunidad autónoma de tamaño medio en España». (C.M.)

Identificado con todo lo transcrito, he de añadir por mi parte que tal y como se vienen sucediendo la mayoría de los acontecimientos, tengo la impresión de que nos encontramos ante un evidente peligro o riesgo de una posible ruptura, desaparición u ocaso de esta nación —hasta ahora llamada España— después de un período de gestación de nada más y nada menos que ocho siglos. La Historia la recoge en sus páginas con la denominacion de Reconquista o sea el dilatadísimo espacio de tiempo que corre desde la invasión de los árabes en el 711 hasta su total expulsión en 1492, destacando a este respecto tres momentos cruciales: 1°, desde la batalla de Covadonga hasta la de Calatañazor (708 a 1002); 2°, desde este suceso y fecha hasta la Jornada de las Navas de Tolosa (1002 a 1212); y 3°, desde este punto hasta la conquista de Granada (1212 a 1492).

Los Reyes Católicos culminan la Reconquista de España con la toma de Granada en enero de 1492, terminando así la obra comenzada por Pelayo quedando, por tanto, coronada esta gloriosa etapa de nuestra Historia bajo el título: «Los Reyes Catolicos y la Unidad Nacional». Ahora hacemos todo lo contrario, vamos hacia atrás, vamos a la Contrarreconquista, a la destrucción de la gigantesca obra de aquellos héroes que lo dieron todo por construir una nacion única e indivisible.

En recientísimas declaraciones del escritor y Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, dice —entre otras cosas— que su gran preocupación sobre el futuro de España no es la crisis económica que espera va a ser superada... El problema de la unidad de España es un problema muy, muy serio y por primera vez cree que hay un riesgo muy grande de una desintegración que no servíria a España, ni a Cataluña, ni al País Vasco... les traería muchísimos más perjuicios que beneficios.

La Conferencia Episcopal mostró también su «gran inquietud por la desintegración unilateral de España». Su portavoz, Martínez Camino, señaló que «la inquietud» de los obispos obedece a que «la posición unilateral» de los disgregadores «no tiene en cuenta el conjunto», interesándose vivamente para que la situación que se viene planteando no se haga irreversible.

En pocas palabras pero muy ilustrativas y clarividentes nos ha dicho el ministro Montoro que: «el gasto del Estado equivale ya al de una Comunidad autónoma de tamaño medio en España». Solamente con esta declaración sería más que suficiente para eliminar de una vez por todas las 17 autonomías. Además causan tal daño a la estructura nacional, que desde el sistema autonómico se abre y facilita el camino al detestable y destructivo separatismo.

Por otra parte el Estado federal que propugnan Rubalcaba y el PSOE sería la peor solución para España. Téngase en cuenta que el Estado federal «es la organización política en que varios estados, se rigen cada uno de ellos por sus leyes propias, careciendo de potestades en muy contados ámbitos como defensa o relaciones internacionales». Hace unos días he leído en este periódico, que el ex vicepresidente de los primeros gobiernos de la nueva etapa constitucional por UCD (Unión de Centro Democratico), Rodolfo Martin Villa, se declara «firme partidario de las provincias» y que Castilla y León es una tierra donde «siempre ha existido una conciencia provincial importante al margen de la conciencia regional». Lo considero muy acertado, sobre todo en los aspectos organizativo, estructural y económico.