Diario de León
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León

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Acaba de nacer la tercera afirmación negativa en forma de slogan esta vez sobre el incierto futuro del camino emprendido por Mas, que no por Cataluña toda, hacia le secesión. Primero fue el «no pasarán» de los republicanos de Madrid; en la transición importamos el «no nos moverán» y ahora puede ponerse de moda ese «no nos pararán» que Mas, ya definitivamente mesiánico, ha lanzado, no sé yo si con muy buen criterio, a la cara de la Constitución pero también a la cara de una Unión Europea bastante más preocupada, me temo, por la economía de España y la eurozona.

Lo que sorprende del discurso de Mas es el reduccionismo de un proceso que —de producirse alguna vez— duraría años en llevarse a afecto y no digamos en normalizarse. Pero eso Mas se lo calla y pide incluso votos prestados «por poco tiempo» para culminar su personal cruzada. ¿Cómo que por poco tiempo? Lo que Mas no explica es de qué manera se haría independiente Cataluña, de qué manera se integraría en Europa, de qué manera se iba a negociar lo que es de España y lo que es de Cataluña, cómo serían las relaciones bilaterales, quién pagaría los gastos del traslado etc. Uno no se acuesta ciudadano español una noche y se levanta catalán al día siguiente. Las cosas no son tan sencillas en la realidad porque hay demasiados intereses en juego que carecen de ideología y que podrían alargar un proceso que no se puede resumir en un eslogan. Es mucho más fácil proclamar que «no nos pararán» a, efectivamente, no parar ante los muros de la realidad.

No sé cómo va a acabar esta aventura en la que Mas ha metido a toda Cataluña y a su socio, Unió. Pero lo que ya está claro es que si empezó siendo un mensaje no tímido pero si sólo posible, se ha convertido hoy en el santo y seña de su candidatura y no tiene, al menos en teoría, marcha atrás. Y digo que al menos en teoría porque cuando las cosas se llevan tan lejos, las posibilidades de algo menor se acercan por si solas. Me refiero a un posible pacto fiscal, a ese concierto económico al que Rajoy se opuso en su momento y que tal vez haya sido el detonante que aceleró la carrera hacia la secesión.

¿Algún partido, incluido el del Gobierno, tendría ahora una posición tan tajante frente a ese concierto si a cambio se aparcan las reivindicaciones secesionistas? Posiblemente no y, posiblemente también, sea lo que se termine negociando tras las elecciones con más «generosidad» por parte del Gobierno. Algún día sabremos si todo no fue más que una formidable cortina de humo para lograr lo que se pretendía: más dinero y separación la justa para no pasar frío.

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