AL TRASLUZ
Luz de penumbras
Vivimos en un tiempo oscuro, pero aún así no todas las oscuridades son iguales, las hay también luminosas como la de Fernando Sánchez del Río, un leonés invidente desde hace pocos años al que su ordenador le leerá hoy esta columna a través del programa Jaws, que le ha instalado la Once. Uno no es Bisbal y carece de fans, pero, aunque solo sea por la continuidad de ya casi tres décadas en el columnismo, tiene algún que otro lector, y me ha emocionado la sencillez y simpatía don Fernando, quien —sin conocernos personalmente— me citó en la puerta del Teatro Emperador para solicitarme que dejase constancia en mi columna de su gran gratitud hacia dicha organización, así como del gran servicio que esta ofrece a las personas ciegas, gracias a la compra del cupón. Pues escrito queda. Estuvimos hablando solo un rato, pues el tenía que regresar a una reunión. «Por el día veo las imágenes borrosas, pero al menos no necesito el bastón», me dijo sin un ápice de sentimentalismo o de autocompasión. Y es que el corazón de don Fernando en un candil que le guía por la vida, con una hermosa llama de religiosidad. Sí, no todas las oscuridades son iguales.
Nuestra conversación giró también acerca de ese callejón de penumbras risueñas que es el sentido del humor. Este no siempre irrumpe de la alegría, pero conviene que no lo haga del resentimiento, pues entonces sería mera burla. El humor es una luz en la noche. No necesitó verme con nitidez para comprender a qué me refería. ¿Acaso no nacemos sabiendo llorar y reír en todos los idiomas de la tierra?
León es una ciudad misteriosa en la que un hombre invidente puede quedar contigo para pedirte algo, pues te conoce de leerte aunque nadie os haya presentado. Y dicho conocimiento resulta más verdadero que otros de los de toda la vida. Don Fernando prendió el candil de este Al Trasluz , con su bondadosa petición para que actuase de correa transmisora de sus sentimientos de gratitud hacia la Once. Supongo que su ordenador se esmerara hoy en leerle esta columna, que echará todo el software por la ventana. Pese a tantos pesares e incertidumbres, cuánta belleza queda aún en este mundo en crisis, en el que —gracias a Dios— no todas las oscuridades son iguales.