EL CORRO
Camino del estallido social
Han tenido que producirse centenares de miles de desahucios, se dice pronto, para que el Gobierno y el primer partido de la oposición se hayan puesto a buscar solución a ese lacerante drama social. Más que drama, tragedia, como ha puesto de relieve el suicidio ocurrido en Baracaldo. La muerte de Amaia Egaña nos introduce en la senda griega iniciada por Dimitris Christoulas, el anciano que se pegó un tiro frente al Parlamento heleno acuciado por la insuficiencia de su recortada pensión —y era farmacéutico— para poder subsistir.
Se dirá que es demagogia, pero clama al cielo que mientras se rescata con millonadas de dinero público a bancos y cajas, éstas actúen inmisericordemente contra quienes no pueden hacer frente a sus hipotecas, arrojando a la calle a miles de familia hundidas en la miseria y la deses-peración. Difícilmente cabe mayor injusticia social. Por eso, a la vez que loable, la reacción del PP y el PSOE no deja de ser tardía. Procede recordar que son los mismos que en un santiamén modificaron la Constitución para priorizar el pago de la deuda en detrimento de cualquier necesidad social, una concesión que nos tiene atados de pies y manos y de la que ahora reniegan algunos conspicuos socialistas, olvidando que fue Zapatero quien la propuso. Vistos estos antecedentes y la tardanza en reaccionar, da la impresión de que los dos principales partidos hacen una vez más de la necesidad virtud. No han estado a la altura de las circunstancias cuando tenían que estar y sólo ante el temor de un estallido social se afanan en minimizar los estragos.
Al juez Pedraz casi lo crucifican hace unas semanas cuando cometió la insolencia de referirse a la «decadencia de la clase política». Lo hizo en un auto sobre la denuncia gubernamental promotora del 15-S, movimiento secuela del 15-J, origen a su vez de la plataforma Stop desahucios, que es la que durante mucho tiempo ha estado batiéndose el cobre sin ningún apoyo de los que ahora tan preocupados se muestran ante tamaña injusticia social.
Pedraz sería políticamente incorrecto en ese auto judicial, pero su alusión estaba cargada de razón. Los sondeos de opinión, sin ir más lejos el último del CIS, revelan que, lejos de corregirse, la brecha abierta entre la clase política y los españoles sigue acrecentándose. Vemos además como el PP y el PSOE pierden a un tiempo respaldo ciudadano y que ese desgaste se trasvasa sólo en parte a los partidos minoritarios. Ello indica una creciente desafección ciudadana hacia la política en su conjunto, una deriva muy peligrosa que puede agravarse si persiste el actual ritmo de destrucción de empleo y la escalada contra el Estado de Bienestar. Los desahucios han desatado la alarma. Por el actual camino el estallido social acabará siendo inevitable.