Diario de León
Publicado por
CARLOS CARNICERO
León

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Hace tiempo que las autoridades sanitarias obligan a los fabricantes de tabaco a advertir en sus cajetillas sobre que su producto mata, produce infertilidad y daña a los que están en los alrededores del fumador.

Los productos nocivos no necesariamente están prohibidos, pero debe advertirse, por imperativo de la propia ley, del perjuicio que conlleva su consumo.

Es inevitable obligar a los bancos a que en el exterior de sus oficinas se advierta que tener negocio con ellos produce grandes perjuicios, altera la vida de los ciudadanos y puede llegar a matar por la vía de la desesperación que invoca al suicidio. Los carteles debieran ser sencillos y compresibles. Bastaría con un «¡Precaución, la Banca puede llegar a matar!»

La banca, rescatada en tantas ocasiones, no tiene piedad con sus clientes. Con una ley de 1909, el crédito con garantía hipotecaria es una trampa que estipula siempre condiciones que protegen a la entidad y dejan al albur del mercado a quienes toman esos créditos.

Están las «preferentes», los seguros vinculados a las mismas empresas bancarias, las comisiones a todas luces abusivas. Y, hay que decirlo, unos sueldos obscenos y disparatados de los altos ejecutivos.

No son propietarios de las empresas que conducen como si fueran suyas. Francisco González, Emilio Botín, Alfredo Sáez, —indultado por el Ejecutivo cuando estaba al frente José Luis Rodríguez Zapatero por una sentencia por delitos graves— y otros privilegiados que se han llenado los bolsillos en la época del dinero fácil y siguen enriqueciéndose para diez generaciones en los tiempos actuales.

EL PSOE y el Partido Popular no han hecho nada para poner remedio a estos abusos. Los socialistas españoles estaban locos por que los banqueros les quisieran.

Emilio Botín entraba en La Moncloa de Rodríguez Zapatero como quien visita a un socio.

Y las ejecuciones hipotecarias no tuvieron cabida en la política de Zapatero porque nunca quiso contrariar a sus poderosos amigos financieros.

La banca ya está matando. Rescatada con el dinero de todos es incapaz de rescatar a nadie. Lástima que nadie con influencia tenga el coraje de promover el ahorro debajo del colchón y una retirada masiva de las cuentas corrientes.

Frente a una amenaza como el tabaco o la Banca, las medidas tienen que ser drásticas por la supervivencia de todos.

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