EL RINCÓN
Según se mire
El Gobierno español observa mejoras en la actividad económica y en la creación de empleo, pero el Banco de España niega no solo la primera, sino cualquier otra premisa y dice que no nota nada. ¿Cómo poner de acuerdo al presidente del Gobierno y al presidente del banco? Debieran ir al mismo oculista. Unos divisan brotes verdes en lontananza y otros solo miran eriales inmediatos, campos de soledad y collados más o menos mustios.
Las gafas del doctor Cagliostro deberían repartirse gratuitamente en la Seguridad Social porque ya sabemos por el socarrón doctor Campoamor que todo depende del cristal con el que se mire el asunto.
No sabemos si miente el vigía gubernamental o está viendo venir un barco quien se perdió entre la niebla y lo confunde con el célebre barco del arroz, que surcó los mares y solo atracó en los puertos sonámbulos de los niños de la guerra.
No es cierto que soñar no cueste nada: cuesta desilusiones y además el tiempo necesario para consolar a la almohada húmeda de lágrimas. No es decente engañar a nadie prometiéndole venturas inalcanzables, para eso están las religiones, pero nunca han estado ni los políticos ni los banquerios.
Hay promesas que nublan la vista, pero es peor verlo todo negro.
«Ojos negros que no ven lo que ver desean, ¿qué verán que vean?», se pregunta un anónimo autor del Cancionero . pues bien, seguimos con la misma canción. Los pobres damos en creer en milagrerías, que dijo Eladio Cabañero, que fue pobre de verdad, pero rico en sueños. Siempre me fío de los poetas. Luis Rosales me decía que entre el mirar y el ver se interpone el viento.
Ahora atravesamos un vendaval de locura y el único que lleva razón es el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que reside en las antípodas de la poesía.
Le ha sugerido a Artur Mas que quien tiene cuentas en Suiza debe comparecer. Más que nada para que los demás podemos ver clara la situación.