EL RINCÓN
De lo público y lo privado
No lo pone nada fácil la realidad que se vive día a día. Incluso ese gran desengañado libre y feliz que es Joaquín Leguina reconocía que el PSOE del siglo XXI debería replantearse también la cuestión. Me refiero a que cada vez resulta más difícil defender a ultranza lo público frente a lo privado; es lo que nos sale a muchos de nuestros adentros, lo que te pide el cuerpo y la razón y ese sentimiento elemental pero cierto que te lleva a pensar que lo que es un bien de todos no puede ni debe tener dueño que se lucre con su gestión y, por tanto, debe ser administrado por todos a través de quienes nos representan.
El panorama a día de hoy es desalentador por muy revolucionario que parezca convertir en aula magna universitaria a la siempre castigada Puerta del Sol madrileña. Tenemos a media España en huelga permanente y alterna —se trata de dejar días libres para la huelga de la otra media— exigiendo la no privatización de casi todo. ¿Pero con qué argumentos? Ese es el problema de la realidad frente a lo correcto que ha resultado ser imposible.
Si hablamos de gestión pública de entidades financieras, ahí estaban las cajas que han contribuido mucho más que los bancos privados al desastre económico con una gestión —continuada y mantenida por gobiernos de derechas y de izquierdas— verdaderamente desastrosa. Y si hablamos de la Sanidad hay ejemplos más que sobrados que demuestran cómo una gestión privada —concertada y vigilada naturalmente con la administración— puede dar resultados positivos. En Educación hay ya una larga experiencia y no parece que las cosas hayan ido tan mal si queremos ser realmente objetivos.
La gran pregunta es por qué lo público sale tan caro, por qué está siempre tan mal gestionado que termina siendo inviable. Y hablo de cosas importantes y menos frívolas que las cadenas de televisión, por ejemplo, que son una verdadera ruina —las públicas— y un gran negocio —las privadas—. Naturalmente que se me puede argumentar que también hay ejemplos de lo contrario. Cuando vienen mal dadas el peligro amenaza a todos. Pero eso no justifica que lo público sea por definición lo bueno y malo lo privado. Importa la gestión, esa es la clave, y la gestión pública ha sido, desde los tiempos de Larra, discutida y nunca bien resuelta.