Héroes discapacitados

Como acrecentando el mito de la ciudad-mundo francesa aquel día en París llovía, la cola daba una vuelta y media al insigne edificio y se me ocurrió saltármela para, exhibiendo mi carnet de discapacitado expedido por la Junta, preguntarle con disimulado gesto de no tengo nada que perder a la taquillera del Museo del Louvre: ¿tienen alguna atención por disponer de este carnet? Sí, claro, me respondieron, la entrada es gratis para usted y su acompañante y no han de esperar cola.

Aprendida la lección en mis viajes he vuelto a preguntar lo mismo en las Termas de Estambul (Turquía), el Museo Dalí de Brujas (Bélgica), el Museo del Oro de Lima (Perú), en el Museo Van Gogh de Amsterdam (Dinamarca), en la Escuela Coránica de Túnez, en la Capilla Palatina de Palermo (Italia), en la Sagrada Familia de Barcelona, etc… Todas esas entradas gratis y sin colas con el carnet de la Junta. ¡Alucinen!

Recientemente se me ha ocurrido a tal efecto presentarme en la taquilla de la Catedral de León con ese mismo carnet en la mano. Mientras lo agito como si fuera una bandera diferencial, pregunto: ¿tienen ustedes alguna atención para los discapacitados? Respuesta: sí, tenemos una rampa. ¿Es que en León la discapacidad sigue llamándose minusvalía? ¿Por eso aquí las instituciones no cumplen con la ley de derechos sociales no sólo en materia de cultura sino que tampoco han ofrecido los apoyos laborales que marca la ley, y así ni ayuntamientos ni la Diputación han reservado casi nunca para este colectivo un porcentaje de las plazas de su convocatoria de empleo público?... En este sentido, y ahora que se está desmantelando la ley de dependencia, bueno es recordar que las ayudas por discapacidad no son una discriminación positiva, sino un loable modo de intentar que todos podamos partir desde el mismo punto.

Personalmente —lo recuerdo conmovido al ver en San Marcelo la exposición de los cuadros que los pintores leoneses han donado a la Asociación de Esclerosis Múltiple— entre el colectivo de discapacitados he conocido a héroes. Si, héroes, gente confinada en sillas de ruedas avanzando por la carretera que conduce a uno mismo así, extenuados y brillando tras resumir el día en su épica lucha por la normalidad (aprender a vivir de otra manera sin los nudos mentales que cuesta desatar es como una oscuridad teñida hermosamente de rojo por el fuego)… Son audacia con brújula, héroes rodando igual que ovillos de lana: gente entronizada que me grita en sueños que en lo cotidiano está la felicidad, que todo se rompe, que todo se cura, que algunos instantes valen la existencia porque lo infinito cabe en el presente. Eso, héroes cuyo ejemplo recarga mi aprecio por la vida. Avisos. Preguntas. Revisión de lo humano. ¡La fuerza de lo lírico!... Héroes confirmando que existe una quietud llena de ritmo.