La ULE, las cifras y el esfuerzo de todos
La Universidad de León apenas ha perdido este curso unos doscientos alumnos con relación al anterior y no parece claro que esa ligera caída sea atribuible al polémico e injusto incremento de las tasas de matriculación, que ha obligado a las familias a hacer un esfuerzo enorme al cargar también sobre ellas la administración su propio fracaso en la gestión y la planificación de la enseñanza. Es una buena noticia. Una doble buena noticia en medio de tanta improvisación y tanto recorte poco meditado que seguramente llevará a una nuevo fracaso final.
La Universidad de León ha tenido que hacer frente a una reducción de su presupuesto de casi el 12% (86 millones), como consecuencia de la caída de las aportaciones de la Junta (5 millones) y de las transferencias del Estado (-9%), y pese al incremento de los ingresos por las tasas (5%). Eso le supuso arrancar el curso en las condiciones de penuria más graves desde hace muchos años (15% de reducción en el gasto), con acaloradas protestas contra los responsables del ministerio y las autonomías y reproches al equipo rector por polémicas decisiones tomadas en relación con esos recortes desde la coraza del llamado plan de eficiencia.
En una provincia especialmente castigada por los efectos de la crisis económica y el desempleo que asfixia a 47.000 leoneses, el esfuerzo de las familias también en este sentido es realmente encomiable. Y es a ellas y a la sociedad en general a quienes hay que atribuirle que se mantenga en pie uno de los pilares del progreso. Sólo a ellas.