Diario de León
León

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Adivinar es fácil, y eso es lo malo, que quisiéramos adivinar menos. Echas un vistazo a la actualidad y te empiezan a brotar vaticinios agoreros, tan evidentes como que hoy es martes. Por eso, lo que uno quisiera es equivocarse en sus profecías. En estos días me han preguntado mi opinión acerca del Palacio de Congresos y me limité a exclamar: «¡¡uff!!», socorrido recurso del pitoniso aficionado. Eso sí, puse los ojos en blanco y moví la mano irónica como si me la acabara de pisar un elefante. No hace falta ser una sibila para vaticinar que mal podrá funcionar un proyecto faraónico en medio del desierto de la crisis, la postcrisis y lo que te rondaré morena. Cuesta adivinar qué sector profesional podrá organizar congresos, salvo que los congresistas procedan de otros planetas, y a los leoneses siempre se nos han dado mal los idiomas. Lo digo con pena, pues la intención del proyecto era buena, aunque algo apoteósica. Pero en estos días no se habla de otra arte de la adivinación que la de los mayas. El fin del mundo será el próximo viernes. No hoy, ni pasado. Un lector me precisa que solo se trata del fin de los tiempos tal como hasta ahora los hemos conocido, pero tampoco consuela saber que con mi presente alguien o algo va a hacerse unas sopas de ajo, o que a partir de ahora lloverá de abajo a arriba. Los malayos más optimistas dicen que se trata del final de un ciclo ¿Pero acaso solo hay uno? Ni siquiera había terminado de encajar que quitasen Bonanza o que desapareciera el vinilo.

Luego, claro, también hay quienes como adivinos no tienen precio. En León, hubo un político que vaticinó que «en Caja España no habría despedidos». Menuda puntería, menos mal que no se lo recordamos. En mi infancia un hombre del tiempo llamado Mariano Medina se apostó en antena que si llovía se dejaba bigote y, desde entonces, pasó a llamársele Mariano el Bigotudo.

Sí, vaticinar es fácil. Acertar, también. No es necesario que madame Ramona te enseñe quiromancia. Estos son los míos: en el 2012 seguiré sin ser del Barça, prefiriendo la cecina al jamón y creyendo que de esta crisis solo podremos salir juntos, con solidaridad, verdad y tesón. El que no acierta es porque no quiere, o porque no le dejan.

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