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Publicado por
andrés aberasturi
León

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Cuando Pilar Miró —a la que tanto y con la que tanto quise— se empeñó en que fuera yo quien se encargara de transmitir las doce campanadas del aquel fin de año, sólo me sugirió/ordenó una cosa: «di la que quieras menos que la puerta del Sol es el rompeolas de todas las españas».

Eran otros tiempos y lo importante entonces eran las campanadas y no los presentadores, así que no hacía falta ni capa, ni pajarita, ni maquillaje porque a nosotros ni se nos veía.

En un cuartito y solo de oídas —por cuestiones técnicas me cerraron la ventana que daba a la plaza— salí del trance como pude y, para no desentonar, me equivoqué al final deseando un feliz año que había pasado una década antes.

Perdonen este ataque de nostalgia cutre pero venía a cuento de lo de «rompeolas de todas las españas». Hoy Madriz (en la movida gustaba mucho eso de terminar el nombre de la capital con la «z») y la Puerta del Sol, por supuesto, se han convertido en el rompeolas de todas las protestas, de las propias y de la ajenas, lo cual que para los que vivimos en provincias, no deja de ser una aventura bajar a la gran ciudad porque nunca sabes qué te vas a encontrar. Creo que hoy toca huelga de metro —pronto se sumarán los autobuses— y me imagino que, ya de paso, un par de manifestaciones más de algún sector ofendido.

No seré yo quién se oponga al derecho de huelga aunque como toda persona sensata y creo que civilizada, venga reclamando la famosa Ley reguladora de este derecho desde hace años. Pero algo pasa en Madrid que no es necesaria y únicamente la crisis o los recortes.

Ya escribí en su momento que era necesario salvar Tele Madrid de ERES y de pérdidas, pero no más urgente que otras televisiones autonómicas y la propia TVE. Y con la sanidad pasa más de lo mismo.

No me gusta su privatización pero me mosquea que los conflictos, aparcados por ahora, en Madrid, no se hayan dado con la misma virulencia en por ejemplo en Andalucía donde funcionan muchísimos hospitales privatizados y donde parece ser que se ha decidido ceder a la privada el 87% de las resonancias magnéticas y se pagan 420 millones de euros en conciertos.

No tengo confirmada la noticia, pero de ser cierta —y parece que lo es— no entiendo por qué los sindicatos no movilizan allí lo que si movilizan en Madrid.

Uno entiende dos cosas; a saber: que lo que ocurre en la capital tiene más eco mediático que lo que pueda pasar en otros sitios, pero eso de ninguna manera puede justificar a uno sindicatos serios para castigar a los habitantes de Madrid de forma, digamos, ejemplar.

Lo segundo es que Madrid, que siempre fue «roja», lleva siendo gobernada por la derecha desde hace años y con mayorías absolutas, de forma que lo que no se gana en las urnas, habrá que ganarlo en la calle, razonamiento que unos sindicatos serios no aceptarían de ninguna manera ya que sería una manipulación de los trabajadores para fines partidistas.

¿Qué pasa entonces en Madrid? ¿Por qué se ha convertido la ciudad en el rompeolas de todas las protestas, de las propias y de las ajenas? Claro que la capitalidad tiene su precio, pero no pueden pagar siempre los mismos los calendarios de legal agitación de unos pocos.

Yo dejo aquí las dos explicaciones que me doy y que tienen los mismos responsables. Que cada cual piense lo que quiera.