¿Otro leonés olvidado?

El Domingo de Resurrección de 1513, Pascua Florida, como solían los españoles denominar a la fecha, un caballero de origen leonés, Juan Ponce de León, descubrió un territorio que ha pasado a la historia como La Florida, en recuerdo de la jornada. Nacido en Santervás de Campos, cuando éste pertenecía a León, pues su vinculación con Valladolid no llega hasta el siglo XIX. El conquistador pertenecía a una antigua estirpe, descendiente de los monarcas de nuestra tierra. El origen de su apellido, Ponce de León, nace del matrimonio entre el noble Pedro Ponce de Cabrera, alférez de Alfonso IX (1188-1230), y la hija ilegítima de este soberano, Aldonza de León, hermana, por tanto del futuro Fernando III, en quien se unieron las coronas de León y Castilla.

Los parientes del descubridor de La Florida, los duques de Arcos, se convirtieron en una de las familias más poderosas de Andalucía, comparable con los Guzmanes, duques de Medina Sidonia. Y, curiosamente, el padrino político de Juan Ponce de León fue un Guzmán leonés, también olvidado: el tutor del emperador Fernando de Austria, don Pedro Núñez de Guzmán, de la casa de los marqueses de Toral de los Guzmanes.

Escasa es la memoria, ralo el respeto de España hacia sus hijos ilustres. Mientras el Florida Humanities Council ya ofrece viajes para conocer las raíces culturales de su tierra en nuestro país, explorando la arquitectura, la historia, el pasado, los lazos comunes que nos hermanan; mientras Segovia será su primer punto de anclaje en Castilla y León, antes de ser recibidos por el alcalde de Valladolid, León de la Riva, que les dará la bienvenida a, literalmente dixit en yanqui: “la capital del reino de España hasta 1561”; mientras, muy hábilmente se les llevará a conocer queserías, bodegas y otros varios por la Ribera del Duero, para, poco después, acabar estancia en Oviedo, donde serán agasajados por su alcalde; mientras otros se ponen las pilas, en la patria de sus antepasados, en el lugar de procedencia de la estirpe del Conquistador… todo lo que harán los yanquis será comerse un cocido maragato. Ésta, entre otras, es una de las muchas diferencias entre Pucela y León, entre un modelo de alcalde y otro, entre quienes defienden su tierra y atraen posibles inversores y quienes olvidan su historia, centrados en mantener poltronas.

Frustrante, también, que las autoridades americanas de este poderoso estado esperen una respuesta del rey Juan Carlos, a quien han invitado a este evento insigne. Quizás no sorprenda, en cambio, que, de momento, salvo las iniciativas de Valladolid, todo lo que ofrezca España sea recrear el viaje atlántico de Ponce de León a La Florida. Eso sí, en la moto acuática del ilustre don Álvaro de Marichalar. País de locos… Otra oportunidad perdida.