Submarinismo en las letrinas

Hay muchos menos policías que ladrones y no pueden sorprender a nadie que los servidores de la ley se vean desbordados. Ahora investigan a una ONG con ‘trabajadores fantasmas’ que usaban las sábanas para hacer un hatillo y pirarse con lo que no era suyo. Los agentes sospechan que los directivos de la confederación de discapacitados demostraron su alta capacitación cobrando a través de personas interpuestas. Estamos buceando en las ciénagas, pero no hay que sorprenderse de que existan tantas vocaciones, sino que de que persistan tantas cloacas. La regeneración de la vida española se ha convertido en una degeneración que abarca por igual a los dos partidos mayoritarios, ya que en ambos abundan los mayores sinvergüenzas que ha producido nuestra pobre patria en los últimos años.

El tesorero del PP, Luis Bárcenas, más conocido como «Luis el cabrón» en el libro de contabilidad B de Francisco Correa, cerebro de la trama Gürtel, escondía en Suiza 22 millones de euros. Algún fallo debió de cometer el ilustre ladrón porque se ha descubierto el escondite. La pasta clandestina se hospeda en guaridas de nombre respetable y este prohombre lo depositó en el Dresdner Bank de Ginebra pero, al carecer de afanes de notoriedad, la cuenta aparecía únicamente bajo las iniciales «L. B.».

Siempre nos parecen listísimos los granujas hasta que descubrimos que no lo eran tanto. Los verdaderamente astutos son los que no salen en la tele ni en los periódicos, ni los que se les llama presuntos, sino los que aparecen en las notas de sociedad, a bordo de sus yates o abordo de sus segundas o terceras esposas. Los que practican submarinismo en las cloacas merecen nuestra gratitud. Tiene que reprimir la náusea, pero lo que es peor, una vez descubiertos los delincuentes económicos al por mayor, tienen que ponerlos en manos de la Justicia, a ver si esta señora tiene algún tiempo libre para juzgarles.