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ERNESTO ESCAPA
León

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Habíamos estrenado la semana del frío con inclemencias y la despedimos de ventolera. Cuando todo parecía tan seráfico, con san Antón en jueves, se desatan los elementos y ya no hay tregua. Precisamente este jueves nos dejaba el decano de los poetas, José María Fernández Nieto, último Premio Castilla y León de las Letras. Hace cuarenta años, obtuvo en León la tercera edición del Premio González de Lama con un libro singular. Ahora que el municipio trata de dar carpetazo al galardón, no viene mal el recuerdo. La nieve presagiaba en sus versos, dictados por una intensa emoción cordial, el anuncio de la muerte y una defensa apasionada de la familia, del amor, de las pequeñas cosas de cada día. Aquel libro, publicado en León, fue el poemario más importante de Fernández Nieto.

Dentro de un mes se conmemora el treinta aniversario de la aprobación del Estatuto de Autonomía, que fue el último de la serie y todavía asociaba con guión y sin cópula los nombres de las dos regiones que integran la Comunidad. Para esa celebración, que tiene lugar en las Cortes, se puso en marcha hace años una distinción institucional, que en la pasada edición recayó en el Congreso y el Senado, como depositarios del legado de Cádiz. Antes la tuvieron los ex presidentes, San Isidoro como sede de las Cortes leonesas, los diarios centenarios o los ayuntamientos representados por Brañosera, que ostenta la primogenitura municipal de España. Este cumpleaños especial de la Autonomía coincide, por ejemplo, con el segundo centenario de las Diputaciones, que se constituyeron en 1813. Pero ni siquiera ahora la senda podía resultar apacible.

Como llevan una larga temporada de vacaciones, estirando el asueto navideño hasta febrero, en lugar de reunirse y buscar el acuerdo para los agasajos de una efeméride redonda, los procuradores socialistas registraron e hicieron pública su propuesta de conceder la Medalla de Oro de las Cortes al salmantino Vicente del Bosque. Y los populares, sin atender a los méritos del seleccionador, afearon a sus adversarios el proceder, dejando el campo abierto para que otro saltara a dar la patada al balón. Como si sólo se tratara de ver quién es más pillo. Hace ahora tres años, Vicente del Bosque recibió el Premio Castilla y León del Deporte, después de una maniobra chusca. Como el director general del ramo era entonces salmantino, sintió la necesidad de pavonear por su localidad a quién se iba a galardonar, y un diario local lo publicó con quince días de antelación. Ahora, aprovechando el vasto y dilatado descanso parlamentario, la Universidad Europea Miguel de Cervantes acaba de distinguir al seleccionador como el personaje de Castilla y León que mejor comunica con la gente. Los otros siguen a la greña.

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