Diario de León
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El tacto, además de ser el sentido preferido de Paquirrín, es también el arte de abordar temas espinosos sin liarla más allá de lo indispensable. Ejemplo del mismo: «Buenos días, soy su banco, vengo a cobrarle una comisión abusiva». Dicho así hasta se agradece pagarla. Ejemplo de lo contrario: «Soy tu banco y te voy a clavar una comisión que no vas a saber si estás en León o en Las Vegas». No es lo mismo. Pero no todo el mundo sabe expresarse con el debido tacto. El Círculo Empresarial Leonés (CEL) la ha armado con un comunicado en el que se oponía a la ayuda de 400 euros a los parados, «porque no hacen nada», y reclamaba que los mismos fuesen destinados al sector generador de empleo. Los responsables de la organización han recalcado que no refleja el parecer de sus asociados, tampoco el de la dirección; posiblemente, ni siquiera el del redactor del mismo, sea quien sea. ¿Entonces la de quién? El mío, desde luego, no. He aquí un misterio digno de Cuarto Milenio , y no lo del fantasma del restaurante Zuloaga. Una vez cuestionado el texto por la propia organización, el tema da poco más de sí, salvo los zarandeos internos entre los asociados. Quizá el autor quiso decir: «En el CEL creemos que es mejor crear empleo que dar 400 euros al mes». Vale, pero le faltó expresarlo con tacto. Escribir con prosa sencilla y que se entienda es lo más difícil.

La crisis que sufre España no crea un cisma entre quienes hacen algo y los que no, sino entre quienes causaron aquella y sus víctimas. «¡Cómo vamos nosotros a pedir se que le quiten esos 400 euros a los parados!», argumenta el presidente, Emilio de la Puente, al que no me imagino ofendiendo voluntariamente a nadie. ¿Dimitir? Mira que nos gusta terminarlo todo a lo tremendo. Estamos demasiado estresados. Todos. Relajémonos.

Pero sí, el tacto no consiste sólo en actuar con prudencia en los asuntos delicados. No basta con «cogérsela con papel de fumar» en los comunicados, ni en un sibilino arte de nadar y guardar la ropa en declaraciones públicas. Es, ante todo, voluntad de no herir. Virtuosismo de la delicadeza. Porque algunos errores se resuelven con una pincelada de tipp-ex … otros necesitan además una disculpa sincera.

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