(In) competencias

Cuando empezaba la publicidad a ser considerada como un arma capaz de conseguir que las personas actuáramos automáticamente, porque el inconsciente así lo ordena, comenzaron en los medios informativos campañas encaminadas a lograr una conciencia cívica. De aquellos años recuerdo el eslogan «Cuando un monte se quema… algo suyo se quema» y cierto es que esta campaña tuvo gran éxito porque la frasecita se repetía como un mantra y desde el campesino al burócrata comprendieron la necesidad de evitar los incendios forestales. Años más tarde se inició la auténtica plaga, que arrasa la riqueza y contribuye a distorsionar los normales e imparables cambios climáticos, sin que nadie haya vuelto a pensar en una campaña que nos haga reflexionar para que todos ayudemos a erradicarla.

Pero si lamentable es que se queme un monte más lo es que se queme una casa, la vivienda de alguien que quedará a la intemperie, si no lo evita el buen corazón de familiares y amigos y, en los casos más sangrantes, la beneficencia social de las instituciones o las cuestaciones públicas.

Aunque parezca mentira, en pleno siglo XXI y en León la población rural está expuesta a tener que «vivir bajo el puente» por una cuestión de competencias. No entro a discutir si los Bomberos de la capital tienen que seguir acudiendo a los incendios de la provincia como han hecho siempre, si ahora no se les reparte un dinero que antes percibían de la Diputación por las salidas. No entro si el Ayuntamiento tiene derecho a quedarse con ese dinero que le da la Diputación. No entro tampoco en si la Diputación tiene que disponer de su propio parque de bomberos, o dotar mejor los existentes en cabeceras de comarca. Ni pienso entrar tampoco en si la Junta debe hacerse cargo de este gasto o mirar para otro lado, como hace hasta ahora.

En lo único que entro es en que todos pagamos impuestos para que funcionen todas esas instituciones y nos protejan cuando lo necesitamos y en lo que va de año nueve casas han ardido en la provincia y cada una de las cuatro patas del banco citado se han sacudido la culpa, como si no fuera con ellos.

No tiene sentido. El dinero es el mismo, así que exigimos que nuestros gobernantes encuentren una solución, que para eso les elegimos y pagamos. Y una solución ya, porque el fuego no espera.