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Publicado por
MARGARITA TORRES
León

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Esta semana pasada registramos en las Cortes una nueva oportunidad perdida para defender León. El procurador de la UPL, Alejandro Valderas, gastó una ocasión magnífica de exponer los problemas de los parados leoneses, de la crisis de la provincia en un discurso melífluo cuyo eje central podríamos resumir en un «coménteme, por favor, señor presidente, cómo se ha desarrollado el Estatuto de Autonomía todos estos años, si me hace Vd. la merced, ande». Tema candente, como pueden deducir los lectores, y de máxima actualidad en estos meses de caída en picado por culpa de la crisis económica.

Preguntaba también Valderas, en esta ocasión al consejero Silván, por qué nada hacía para solucionar el conflicto provincial de los parques de bomberos, recordándole, como archivero afecto a los datos que es, que en la Ley 4/2007, de 28 de marzo, de Protección Ciudadana de Castilla y León, quedaba claro que era competencia de la Junta. Y es aquí donde la comprensión verbal, más bien lectora, ha debido de quedar un poco tocada pues, si nos tomamos la molestia de repasar esa normativa, veremos que en nada fuerza al gobierno autonómico a hacerse cargo de esas competencias. Algo que, por otra parte, tienen claro en otras provincias cercanas. Ocasión perdida la del procurador, que bien pudo servirse del ejemplo pucelano. No para recordar aeropuertos y otras querellas, sino para comprobar que la Diputación Provincial de Valladolid se ocupa, por sectores territoriales, a través de cinco parques de bomberos dependientes de sus pecunios, de evitar que el fuego arrase sus tierras. Medina de Rioseco, Íscar, Peñafiel, Medina del Campo y Tordesillas son centros operativos desde los que cubrir esta necesidad fundamental.

Mientras la Diputación de Valladolid garantiza un servicio a los ciudadanos, la leonesa entra en querellas absurdas en lugar de solucionar los problemas de los habitantes de la provincia, que no tienen la suerte de vivir en ciudad principal. El largo protocolo a seguir para que los bomberos de León puedan abandonar la urbe, y ayudar a la extinción de incendios en otras zonas cercanas, supuso recientemente para tres ancianos de Gradefes perder su casa. Y si no llegan a acudir se quema casi medio pueblo, como recordaba la alcaldesa Ana Ferreras.

Muchas son las diferencias entre León y Valladolid. Mientras su alcalde defiende con uñas y dientes Pucela, el nuestro debate con las musas el futuro de la lírica, aunque no corran buenos tiempos para la poesía. Si como regidor León de la Riva saca pecho, el presidente de su Diputación Provincial puede lucir medallas de desarrollo y protección al ciudadano. Tal vez sus alter ego leoneses deberían aprender del modelo vallisoletano a la hora de reivindicar y atender. Mejor nos iría a todos.

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