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LA SEMANA

España se recupera pese a la política

Publicado por
CAMPO VIDAL
León

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La recuperación económica no es una quimera, a pesar del estremecedor número de desempleados, las dificultades de las empresas y la realidad social degradada de la que sólo nos salva la benéfica coalición tripartita (familias-economía sumergida y organizaciones humanitarias). Algo se mueve en positivo. «Por lo menos los teléfonos comerciales ya suenan y vamos a más reuniones que hace un año cuando todo parecía congelado», señalan algunos empresarios. Hay indicadores macroeconómicos que se van recuperando -balanza de pagos y déficit comercial, entre otros- aunque eso está en relación con el aumento de exportaciones y la caída de la importaciones por el consumo interno tan débil. Las grandes fábricas de automóviles despejan sus tormentas y los sindicatos, como en Nissan, han admitido nuevas contrataciones con una escala salarial más baja siempre que se respete la de los ya empleados, que es lo que hacen básicamente los sindicatos: defender a los que tienen trabajo, no a los parados. Emilio Botín en privado no descarta que «España en muy pocos años pueda dar de nuevo la sorpresa». Hasta ese punto.

Nadie de buena fe pone en duda que había que frenar la máquina desbocada de gastar y la vida a tope, pero a crédito, que llevábamos. Debíamos reconvertir algunas cajas de ahorro que sólo eran rentables para sus rectores y parar el motor inmobiliario que construía 700.000 viviendas anuales cuando sólo se necesitaba la mitad. Con todo, hay mucho aún por hacer, un año y medio duro por pasar y reformas por concretar, dado que este Gobierno ha sido partidario sólo de recortar y no de reformar. Véase lo sucedido en el ámbito local. La reforma prevista se ha ido descafeinando y, al final, ni fusión de ayuntamientos, ni desaparición de diputaciones. Todo queda más o menos igual. Quienes reclaman reformas se enfrentan con el inmovilismo del Gobierno secundado en su parálisis por la oposición. Rubalcaba no quiere hablar de cambiar el sistema de listas electorales. Izquierda Unida está enrocada en la defensa de lo anterior sin presentar alternativa y Rosa Diez se limita a que el oleaje le permita crecer. Los nacionalistas a lo suyo, desgraciadamente sin visión de estado, incluso los que reclaman uno propio.

El presidente en España de General Electric decía en una reunión de empresas americanas afincadas aquí: «No hay un problema grave de corrupción, sino de gobernanza». Es decir de leyes, normas y estatutos excesivos que coartan la vida empresarial y la recuperación de la economía. Otra cosa es que la corrupción detectada en ámbito políticos y también privados deba extirparse sin tregua. Entre otras cosas para acabar con el deprimente espectáculo diario de corruptelas. Y ahora más, con el episodio de los espías de políticos en Cataluña y Madrid. Y atentos al culebrón judicial que tiene a Iñaki Urdangarín desgastando sin tregua a la Casa Real. Su socio, Diego Torres, de nuevo ante el juez, se ha agarrado al cuello de la infanta Cristina para no hundirse. Pueden acabar todos ahogados, unos condenados y otros divorciados, sin descartar que la Infanta deba renunciar a su derechos.

Así, la política aparece como el principal freno a la recuperación económica. La política es el verdadero problema, mayor que el económico, que ya es decir. El profesor Javier Perez Royo estima que Rajoy ha perdido tanta credibilidad en sólo un año que no puede continuar. Pero Felipe González, preocupado seriamente por la situación, rechaza la política del «váyase señor González» que Aznar le aplicó a él sin piedad. No quiere que el PSOE reedite aquel lamentable papel de oposición. Arreglemos la política y España despegará porque ya se ven algunas luces. En serio.

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