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PEDRO VICENTE
León

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En un momento sumamente crítico para el Estado de las Autonomías, el Estatuto de Castilla y León va a cumplir 30 años. Gracias a la oportuna concesión de la Medalla de las Cortes a Vicente del Bosque, la efeméride tendrá algo que celebrar. De no ser por la presencia del seleccionador, el cumpleaños tendría poco de gozoso. Corren pésimos tiempos para la lírica autonómica.

Si la Comunidad de Castilla y León no ha despuntado nunca, en estos momentos atraviesa el peor momento conocido en estas tres décadas. Y no es únicamente por la insuficiencia financiera derivada de la crisis, que se plasma en el 2013 en un presupuesto inferior al del 2007. El retroceso no es sólo económico, lo es también en términos de cohesión política, social y territorial.

Las instituciones autonómicas siguen sin aprobar la eterna asignatura pendiente de la vertebración de la comunidad. Y lo peor es que en los últimos años no sólo no se han progresado adecuadamente, sino que cunde la sensación de que han caminado hacia atrás. El desapego ciudadano hacia el hecho autonómico ya no se localiza exclusivamente en León, como sucedía antes. Se ha ido extendiendo a casi todas las demás provincias, que se consideran igualmente discriminadas y víctimas del centralismo vallisoletano.

El fracasado intento de integrar las antiguas cajas de ahorro en una sola entidad financiera puso de relieve la falta de argamasa común y la endeble consistencia de esta autonomía. Y no fue precisamente León la provincia que dio la espalda a ese proyecto. Se quiso potenciar el «músculo financiero» de la Comunidad y quedó en evidencia su falta de «músculo político» frente a las taifas provinciales, que por cierto se van a ver muy potenciadas en el futuro con el nuevo modelo de administración local diseñado por el Gobierno Rajoy.

Mientras persiste ese déficit de cohesión interna, se ha abandonado sin ninguna explicación el Plan de Convergencia Interior llamado precisamente a corregir los desequilibrios territoriales. Una omisión inexplicada e inexplicable que demuestra la falta de sensibilidad con ese problema, concomitante con el de la incontenida sangría poblacional.

Esa misma falta de sensibilidad se está dejando notar asimismo en el medio rural, donde los recortes en los servicios públicos esenciales están deteriorando la calidad de vida en ese ámbito. Una discriminación con respecto al medio urbano que además entra en contradicción con el declarado propósito de fijar población. El hecho de que determinados municipios periféricos afectados por el cierre de las urgencias nocturnas se declaren a favor de integrarse en otra comunidad autónoma vecina ilustra muy bien el panorama que rodea a la celebración del trigésimo aniversario del Estatuto de Castilla y León.