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Publicado por
MIGUEL Á. VARELA
León

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Como el Estado de la Nación te viene grande, te has puesto a hacer una evaluación más cercana sobre el Estado de tus Amigos.

Tu amigo el actor echa cuentas de lo que lleva defraudado a Hacienda con los extras que gana poniendo copas los fines de semana en un garito inmundo. Con las propinas se ha comprado una edición de Mi vida en el arte , de Stanislavski, en tapa dura y gramaje consistente. Es por si se encontrara a Montoro, regalarle un sopapo con algo que pese.

Tu amigo el bancario está harto de que lo confundan con el banquero. El hombre, que ya no sabe cómo se llama la empresa para la que, de momento, trabaja, se ha puesto a leer a un poeta alemán que se llamaba Bertolt y decía que fundar un banco es mayor crimen que atracarlo.

Tu amigo el filólogo anda enfrascado en la observancia del extraño fenómeno ocurrido con el verbo «dimitir» (de la tercera, de libro), misteriosamente mudado a irregular. Tan irregular que ya apenas se usa.

Tu amigo el hostelero se ha apuntado a un curso de sonido, especialidad «microfonía oculta». Dice que ahora no eres nadie en el sector si no garantizas en el comedor un buen servicio de grabaciones. Tiene un cocinero joven, de escuela, que está investigado sobre un plato de espumas en el que mezcla frecuencias heterodinas. Renovarse o morir.

Tu amigo el ultra centrista está indignado por el tono de protesta de la Gala de los Goya. Lógico: es exasperante que una actriz que lleva trabajando desde los 13 años tenga piso en propiedad, como si fuera una persona normal, y además haya hecho un anuncio de hipotecas. Cualquier día arremete el ultra centrista contra todos los medios que han publicitado productos financieros fraudulentos y nos quedamos mudos.

Tu amigo el ortodoxo está convencido de que República y Democracia son sinónimos. Has intentando explicarle, con escaso éxito, la diferencia mediante ejemplos prácticos sacados de la toponimia. La República Democrática Alemana o la República Popular Democrática de Corea, pongamos por caso, no son precisamente ejemplos democráticos, pese a su nominación republicana.

Curiosamente, el mismo amigo ortodoxo se ha mostrado contrario a la petición más razonable que se ha oído en el país desde el asesinato de Viriato: que el Rey abdique y sea el Príncipe de Asturias quien lidere una «segunda transición».

A veces te entra un temblor y piensas que tu amigo el ortodoxo se parece demasiado a tu amigo ultra centrista. Será porque pensabas que Cánovas y Sagasta habían muerto. Y parece que no.

Al acabar has pensando que no hay muchas diferencias entre el estado de la Nación y el de tus amigos. También que quizá no debieras tener tantos amigos. Eso, o dejar de utilizar el truco de los amigos como percha para tus columnas.