Diario de León

HOJAS DE CHOPO

Dichosas herencias

Publicado por
alfonso garcía
León

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Los sabios de vuelo rasante suelen hablar de la dificultad de casi todas las herencias, actitudes humanas del egoísmo que se esconde detrás de la propia condición humana. Hasta en las mejores familias hay torpedos que buscan el desequilibrio de flotación. Y casi siempre provocan algún hundimiento.

Las herencias políticas son mucho más complicadas aún. Tanto, que en la mayoría de los casos aúpan al poder a aquellos que parecían desheredados, lo que supone que en política también hay que jugar hasta el pitido final y que, previamente, hay que arrear estopa durante el partido, sobre todo si aparentas ser el equipo débil. Fuera, claro, de la elegancia y de la exigencia ética, cuyas reglas se han desterrado del ámbito que nos ocupa.

«Todo vale» parece ser el único principio que nos pone con progresiva intensidad al borde de la desilusión peligrosa e intensifica en los ciudadanos el principio disyuntivo de «o jugamos todos o rompemos la baraja». Y el riesgo está en el olvido de nuestros gerifaltes —la mayoría, muy cercana al pensamiento débil— de que, consolidada la democracia, no han sabido, o no han querido, devolver el poder político al pueblo, que es quien lo debe ostentar. No se olviden.

En León, sin ir más lejos, de lo que siempre se ha hablado, y se habla, es de la herencia recibida. No hace falta más que recorrer las hemerotecas, que registran lo que la memoria histórica parece haber perdido, para dar cuenta de cuántos lloros, lamentos y acusaciones por todas las esquinas. Los partidos turnantes, de tanta relevancia en la novelística galdosiana, se instalan en la cantinela del llano plañidero, alejados de otra realidad necesaria, y en la dinámica del gozo pecuniario. Nada de extraño que sea éste un escenario de traiciones y estiletes.

Dos años así, los dos siguientes empecinados en la búsqueda del camino que les permita seguir. Un golpecito a los votantes en la espalda cada cuatro años parece hacer creer que la democracia está resuelta. Regenerar el verdadero sentido democrático de unos y otros, o viceversa, parece lo más urgente.

Sin dilación, sin contemplaciones, con todas las consecuencias. Porque, además, el proyecto de Reforma de las Administraciones parece que aquí hará aumentar el gasto institucional. Lo que nos faltaba.

Dicho de forma más sencilla y directa: el ciudadano no necesita sólo diagnósticos, menos aún con llantos y quebrantos.

Es hora de ofrecer soluciones, que para eso confiamos a otros y unos, o viceversa, el legítimo ejercicio del poder. Sin confusiones en esta apreciación. Con las exigencias que nos han encomendado.

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