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León

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El comité del Ayuntamiento de León debe explicarse

Los que alguna vez hemos intentado defender los derechos de los trabajadores desde algún sindicato (y los que no también) nos sentimos avergonzados de la representación actual de los trabajadores del Ayuntamiento. Resulta inadmisible que los que tienen que defendernos hayan firmado un ERE en el que aproximadamente 200 compañeros se han ido a la calle. Y aquí tengo que romper una lanza en defensa del sindicato Stil, el único que se negó a firmar el acuerdo. ¿Motivos económicos? Yo le pregunto a nuestro comité: ¿Por qué por ejemplo aceptaron el cierre del Albergue y no el de otros servicios muchísimo más deficitarios como la Escuela de Música (5 veces más deficitaria), el Coto Escolar (4 veces), Auditorio (3 veces), bibliotecas (2 veces), Centro de los Oficios (32.000 euros más deficitario)…? ¿Es que no sabían que lo realmente deficitario no era el Albergue (al que se le imputaron todos los gastos del edificio y tan sólo ocupa una planta) sino el edificio en el que se ubica, el cual sigue con los gastos de calefacción, luz, limpieza…? ¿Es que no sabían que los propios trabajadores habían elaborado un plan de viabilidad por el cual el Albergue resultaría rentable? ¿Tampoco sabían que sus nueve trabajadores eran indefinidos y que el Plan de Ajuste sólo contemplaba echar a personal temporal cuyos contratos vencían en ese ejercicio, tal y como estipula el Real Decreto Ley 20/2011?

Cuando el Ayuntamiento elaboró el Plan de Ajuste, el Albergue no estaba en la lista de los servicios a cerrar (hasta el punto que se contabilizaron como ingresos las tasas de los usuarios para este año y sucesivos). Pero lo importante es la actuación de nuestros representantes sindicales, los cuales se intentan justificar diciendo que era el acuerdo menos malo al que se podía llegar o que si no se hubiera despedido a más gente. Si el Ayuntamiento tiene que despedir al 90% de la plantilla pues que la despida, pero un sindicato nunca, ¡jamás! puede firmar la carta de despido de un empleado al que representa pues le deja en una indefensión total a la hora de cualquier reclamación.

No estaba contemplado prescindir del Albergue y sí de otros servicios donde curiosamente figuraban familiares de miembros del comité de empresa y que, por casualidades del destino, desaparecieron de la «lista» pocos días antes de firmarse el ERE.

Quizás si a mí me ponen un papel para firmar y así salvar a un familiar mío, probablemente lo hiciera. Pero lo que estoy seguro es que hubiera dimitido al día siguiente, pues no me sentiría ya con legitimidad moral de representar a nadie.

Creo que los miembros del comité de empresa deberían aclarar el acuerdo alcanzado.

Gabriel Lorenzo Melón. LEÓN