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León

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Rip por Riesco, porque quien pensara que el alcalde de Ponferrada podría serlo hasta el final es que no conoce ni el Bierzo ni, por supuesto, la condición humana.

Supongo que Ismael se cree César apuñalado y ya se imaginan quién representa a Bruto en esta historia. No hay peor cuña que la de tu propia madera, pensaría un resentido Ismael, sin saber que la lealtad no existe, ni siquiera entre ladrones, que la política es el arte de robar legitimidades y herencias envenenadas. Si es que no leen, que no hay más que abrir las páginas que Zweig dedicó a Tiberio para saber que el resentimiento es la mayor fuerza de la naturaleza, y ahí le tienen, cobrándose la venganza que durante años ha ido masticando. «Gobernará Ismael», dice Riesco. Y habría que recordarle su primer mandato. La historia repitiéndose, y otra vez una mujer maniobrando en la sombra, firmando la sentencia contra el infiel, aunque entonces eran dos, y las dos eran rubias, también... Ay... el Bierzo, el lugar de los ensayos generales... venganza y resentimiento, y el PSOE dejándose manejar creyendo que maneja los hilos, también, como entonces...

RIP también por la Caja, o por Ceiss, o como quiera que se diga ahora que estamos a 24 horas de que el Maquiavelo de la Bética se incorpore el ‘músculo financiero’ de la comunidad, ese que ha servido para que los políticos hagan y deshagan, para que se creen campus de plástico, se generen expectativas falsas sobre la reestructuración de las cuencas mineras, para que Madrigal haga comunidad en Valladolid a costa de la antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León...

Nos han quitado el músculo financiero y nos quitarán el intelectual. RIP, también, por la universidad, que volverá a ser un campus, como entonces lo era de Oviedo, aunque ahora tendrá que genuflexionar ante Castilla, y nos está bien merecido. Nos quitarán todo con la complicidad de quien debería plantarse en vez de mendigar. Perdemos Agroalimentación, perdemos Geografía, ahora perderemos Topografía y seguiremos perdiendo, mientras el rector promete, poniéndose el disfraz de edecán, el mal menor, que no se perderán puestos de trabajo, dice, sabiendo que hay que acordarse del tiburón, que muere si deja de avanzar.

Así que podríamos decir como Diógenes: «Cuando me muera echadme a los perros. Ya estoy acostumbrado».