Diario de León
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césar gavela
León

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El Ayuntamiento de Ponferrada es el más transparente de toda Castilla y León. La ciudad, además, será en el 2014 sede del campeonato mundial de ciclismo. El artífice principal de ambos logros —democrático uno y deportivo el otro— es su alcalde Carlos López Riesco, a quien una inopinada moción de censura amenaza con obligarle a dejar el cargo.

Las razones de esta iniciativa parecen confusas. Y probablemente esconden otras causas, de índole personal. Entre las que tal vez deja su huella el resentimiento. La convicción de un remoto y oscuro maltrato. Algo respetable y legítimo, sin duda, pero que no debería constituirse como acicate de un desatino.

Es posible que nos encontremos ante la manifestación irreflexiva de un resentimiento. Lo que sería inquietante porque el encono no puede fecundar un cambio beneficioso para Ponferrada. El resentimiento es una acreditada arma de destrucción, no de construcción.

Pero acaso haya otros intereses en esta extrañeza. Intereses económicos que no tardarán en concretarse después de la moción. Que en este caso se articula desde la perplejidad y el aventurerismo. Porque quienes hicieron todo lo que pudieron por desbancar a Ismael Álvarez —un buen alcalde, por otra parte— son quienes ahora se apoyan en él para poner en marcha no se sabe qué mejoras misteriosas. Algo quimérico en tiempos de tan dura crisis económica.

Ponferrada estaba mal gobernada, alega la coalición derechista-izquierdista en marcha, pero no parece muy esperanzador el futuro en manos de un bipartito contra natura. Las coaliciones de emergencia —y ésta solo podría justificarse así— se tienen que basar en situaciones extraordinarias, de alarma social. Algo que no existe en la vida pública de la capital del Bierzo. La única alarma la tienen los concejales que están dispuestos a unirse con el diablo con tal de alcanzar los asientos que les negaron las urnas.

El IAP, antes de desaparecer como fuerza política en Ponferrada, y contraviniendo el mayoritario criterio de sus electores, se echa al monte y dispone a la ciudad a vivir emociones fuertes. Y muchas decepciones y disputas.

A mí personalmente me gustaría que Samuel Folgueral llegara alguna vez a ser alcalde de Ponferrada. Es un excelente profesional de la arquitectura y un hombre sensible. Pero me gustaría que lo hiciese ganando las elecciones de un modo claro, o pactando con fuerzas de progreso. No de un modo tan extravagante.

También se dice que a Carlos López Riesco no le han apoyado las jerarquías del PP. Pero eso probablemente es un mérito, y no digamos en estos tiempos. Carlos es un hombre digno, eficaz, laico y libre. Y Ponferrada siempre llevará su sello. Como bien simboliza la histórica reforma de su castillo, que es el corazón de la urbe.

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